miércoles, 24 de febrero de 2010

Acotar con Mortos (I)

Los muertos primero,
porque primero fueron.

Los muertos son materia orgánica, desde el punto de vista biológico, pero ellos son o fueron los orígenes de nosotros mismos. ¡Qué importancia tienen en nuestros acontecimientos diarios! Podemos olvidarlos u obviarlos; sin embargo, en los momentos decisivos, si pretendemos ser coherentes, sensatos y actuar de acuerdo con los consejos que nuestros padres nos dieron, surgirán aquellos recuerdos, nítidos, como si estuvieran presentes. Claro que esto puede ser así o no, pero la sociedad evoluciona, estática o simplemente permanezca ajena a la historia, ésta es fruto de acontecimientos anteriores. Lo que no quiere decir que pueda comportarse espuriamente, porque el ser o el estar no depende sólo de la educación adquirida. ¿Me siguen, me siguen?, como dice un amigo mío.

Mi padre solía repetir la frase «non vale acotar con mortos» o también «alegar con mortos». Quiere decir esto que no deben darse como referencia aquellos datos que no sean fehacientes; ni tampoco que lo que pretendemos dar como testimonio sea fundado en aquellos que no pueden testificar esa realidad. Es muy amplio el sentido de estas frases, pero no voy a extenderme excesivamente, porque a lo largo de este escrito considero que será entendida la filosofía del acertado dicho.

Veamos ahora cómo se desarrollaron los hechos que dan lugar a este escrito.

Como muchos de ustedes saben, cierta actuación gubernativa me llevó a quedar indefenso ante los elementos. Porque ya ven que hasta la Armada Invencible quedó inerme ante los elementos, que en este caso no son atmosféricos. Claro que cualquier acción está justificada, cuando la respalda la patética cuadrilla, que naturalmente representa a algunos ciudadanos; aunque otros nos avergoncemos de la ausencia de libertad.

El día 4 de febrero hube de desplazarme a Oviedo. No es necesario decir las causas, porque la relación es análoga: con esa misma fecha había sido publicado un artículo mío, en LA NUEVA ESPAÑA, que buscaba el símil de mi purga con la del hijo de cierto carpintero que había sido crucificado. El caso es que en la casa donde solemos alojarnos, algunas veces, es de una prima, que la pobre mujer está ingresada en la residencia sanitaria. Siempre que quisimos estuvo a nuestra disposición su vivienda. Mi esposa Olga puso nuestro equipaje en una de las habitaciones y allí nos dispusimos a pernoctar. Como pueden imaginarse, las horas de descanso se convierten en un duermevela provocado por la inquietud de considerarme injustamente tratado. Si a esto añadimos la información que había recibido de los letrados, convertían mi ánimo en una especie de euforia y entusiasmo, que me impedía razonar, pensando en cómo resarcirme de la odiosa arbitrariedad a la que estaba siendo sometido.

Desperté sobresaltado a las 05.40 de la madrugada y vuelto a los orígenes del tema. Encendí la luz y en esto fijé mi atención en una talla de un Jesucristo que Balbina había recuperado hace algo así como medio siglo. Faltaba la cruz, pues ésta había sido devorada por la polilla, y esta falta en el conjunto convirtió al crucificado en una talla, colgada ahora por un pequeño cáncamo entre sus omóplatos, en el protagonista del lienzo de aquella blanca pared. Y así comencé un soliloquio con aquel crucificado sin cruz. Digo soliloquio porque Él no mantuvo ningún diálogo conmigo, aunque debió de agradecerme que me alegrara de verle sin clavos.

Les juro que no fue nada de misticismo a la Santa Teresa; ni San Juan de la Cruz influyó en mi repentino éxtasis espiritual. Sólo, sólo el contenido, los fondos y la importancia de ese patrimonio cultural contenían motivo de vela y preocupación. Incluso por encima de esas leyes que puedan conferir propiedad o pertenencia; demostrándolo documentalmente. Pero fue aquí, en ese momento de clarividencia donde sólo los muertos fueron los que hablaron. Los muertos, su historia; el animismo de ese patrimonio, que quiera o no me ata al contenido del Museo Etnográfico de Grandas de Salime. Ahí volví de nuevo a recorrer aquella larga historia de sacrificios e incomprensiones.

Pero, queridos amigos, no puedo resumir en este primer capítulo ese emocionante periplo. Además, deseo que ustedes me acompañen en este viaje y vayan conociendo detalles hasta ahora desconocidos y ni siquiera planteados. Como decía mi padre, será «acotar con mortos», pero éstos dejaron en vida tantos testimonios que yo no puedo de forma orgullosa y materialista obviarlos.

¡Haxa salú!, y síganme si lo creen interesante.

martes, 9 de febrero de 2010

Artículo de Gonzalo Morís y Alfonso Canteli, representantes de la Asociación de Amigos del Museo Etnográfico de Grandas de Salime y de la Universidad, en el Consorcio para la Gestión del Museo de Grandas.

Sobre el Museo Etnográfico de Grandas de Salime y su Consorcio

La creación del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, fruto de los esfuerzos de José Naveiras Escanlar “Pepe el Ferreiro”, es una de las iniciativas más notables que han tenido lugar en Asturias para la protección y estudio del Patrimonio etnográfico de la Región. No se confunda: estas no son nuestras palabras, sino el preámbulo que encabeza los Estatutos del Consorcio para la Gestión del Museo Etnográfico de Grandas de Salime. Y continúa: Nace bajo el patrocinio de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Principado de Asturias y del Ayuntamiento de Grandas de Salime, que colaboran directamente con su fundador.

El último párrafo nos recuerda la experiencia que vivió el profesor Emilio Bautista en una visita que realizó, como Director de la ETSII de Madrid, a una Universidad de Hungría durante los años del comunismo, cuando allí se afanaban en presentar los logros del régimen. Para terminar la conversación, el profesor Bautista, ahíto de las alabanzas escuchadas, presentó una última cuestión por pura cortesía sobre cómo se elegían los cargos de aquella Universidad. El responsable expuso (en húngaro) su particular visión sobre las excelencias democráticas de su institución, mientras la joven traductora tomaba nota. Cuando acabó la perorata, aquélla, con una voz cansina y monótona, fue traduciendo una a una aquellas maravillas concluyendo, sin traicionar el menor cambio de tono o emoción, como si efectivamente formara parte de la traducción real: “y esto, como todo lo anterior es todo mentira”.

El grado de incumplimiento de los estatutos del Consorcio en ciertos casos ha sido flagrante: tanto el alcalde de Grandas de Salime como el representante de Cajastur no han tenido el más mínimo reparo en reconocer, según consta en las actas del Consorcio, que no han aportado la cantidad convenida (Artículo 19.2 de los estatutos) al Museo desde hace unos cinco años, en el primer caso, y más de diez años, en el segundo caso, en una clara dejación de sus compromisos.

Sobre la posible creencia que es el Consorcio el que ha decidido el cese de Pepe conviene aclarar que, efectivamente, esta decisión por guardar las formas, se sometió a democrática votación, pero no es menos cierto que estaba tomada de antemano, puesto que como punto 5 del orden del día figuraba “Cese y nombramiento del director”, y que ya se había buscado un sustituto antes de conocer la opinión o decisión del conjunto del Consorcio. Sustituto que ya estaba camino de Grandas de Salime antes de debatirse ese punto 5. Y es que no debe de extrañar la seguridad que existía sobre la decisión de la mayoría del Consorcio: cuatro de sus ocho componentes proceden de Consejerías del Gobierno Regional, el quinto es el alcalde de Grandas de Salime y el sexto pertenece a Cajastur. De ahí que ese sesgo político del Consorcio nos permita albergar dudas sobre si su composición es la idónea para garantizar unos sanos criterios profesionales que aseguren el éxito etnográfico del Museo.

En la reunión se trató de derivar el tema de fondo hacia la “filtración” a la prensa de la noticia. Que sepamos, según los estatutos, no hemos contraído ningún deber de confidencialidad relativa a mantener en secreto el orden del día de la reunión del Consorcio. Nuestra función, como representantes respectivamente de la Universidad y de la Asociación de Amigos del Museo, aparte de gastos y, por lo que se ve ahora, de disgustos, no nos aporta más que el enriquecimiento que supone la vivencia de una dura experiencia humana. La pretensión de que nosotros, eludiéramos ponernos en contacto de inmediato con Pepe, al comprobar cómo se fraguaba con oscurantismo el “Cese y sustitución del director” (ni siquiera se añadía “del Museo”, lo que revela la intencionalidad), no es de recibo. Por supuesto que a Pepe no se le había comunicado la mala nueva. Claro que lo de “filtrar” es un tic político de los partidos, que atañe a los que tienen competencias y cobran por un cargo, algo que no es aquí el caso. Ni siquiera tuvimos el mérito de ser nosotros los que nos dirigimos a la prensa, aunque sólo cabe felicitar a quien optó por hacerlo.

De ahí que dado que las funciones del Museo han sido cumplidas mucho más que satisfactoriamente, cabe deducir que el cese no ha sido una penalización por una mala gestión o por un fracaso cultural del Museo, sino el resultado de un “proyecto político” para el que tal vez Pepe, siempre pensando en una mejora del Museo y en su expansión, no ofrecía las garantías que esa misión política requería. Como miembros del Consorcio desconocemos esa trascendental misión futura del Museo, que aún no se nos comunicó. De los argumentos aportados por el Sr. Alcalde de Grandas durante la malhadada sesión preferimos olvidarnos por no ser dignos de consideración. Mal que bien, nuestra formación como docentes nos impide dar credibilidad a unas aseveraciones gratuitas, acientíficas y obviamente falsas, como las que el Sr. Alcalde se atrevió a expresar.

Lo que conviene aclarar a esos detractores de Pepe que argumentan “es que hay que mirar por el contribuyente” para justificar su cese, tratando de atribuirle una gravosa gestión, es que nada hay mejor que analizar esa gestión para probar justamente lo contrario: el beneficio que ha supuesto para el contribuyente. Ahí están los cerca de 400.000 Euros de saldo. Recuerden el coste adicional que va a tener, de inmediato, la contratación del nuevo director. Pepe puso en ese proyecto de Museo toda su vida: fe ilusión y sacrificio en el futuro del Museo, profundo saber etnográfico, arraigo pleno en la comarca y en la región, alto conocimiento de sus costumbres y tradiciones, implicación en la adquisición de piezas y compromiso artesanal hasta el límite para la restauración directa en el taller de los objetos adquiridos o en situación de cesión, obtención de subvenciones por iniciativa propia, consecución de subvenciones de la administración central, ejecución material de edificios, transporte de hórreos y molino piedra a piedra, disposición de guías voluntarias a quien lo requería, en especial a todos los escolares que año tras año aparecían por aquel remoto paraje y contribución directa en ideas, que van desde la propia restauración del edificio inicial y aledaños hasta el logotipo del museo y que convenza a un amplio círculo de entusiastas para ceder material al museo, porque el proyecto vale la pena. Su mediación en la promoción arqueológica del Chao San Martín fue providencial convenciendo a la administración por procedimientos heterodoxos de la importancia de proceder a una excavación de un castro, a la que inicialmente se mostró muy reticente, y que hoy es una referencia de la arqueología asturiana, rompiendo esquema tras esquema de la visión que se tenía de los castros prehistóricos. Podíamos continuar pero ya no hay espacio.

En cualquier caso, queremos evocar ahora la actuación de aquellos políticos, como Manuel de la Cera, Trinidad Fernández, Carlos Madera y Adolfo Rodríguez Asensio, por citar solamente algunos, ya que seguro que omitimos injustamente alguno más, que, en aras del bien del Museo y del interés común, supieron contener una saludable indignación ante las no-siempre justificadas salidas de Pepe el Ferreiro. Ellos, renunciaron en ocasiones a su legítimo derecho de réplica y a su orgullo en favor del Museo y del interés público y, por ello, merecen nuestro reconocimiento, en especial ahora.

Sólo nos queda expresar el deseo y la esperanza de que haya posibilidad de rectificación por parte de esa parte del Consorcio que decidió el cese, para reconducir esta lamentable situación por el presente del Museo y por el futuro de la cultura etnográfica en Asturias.


Gijón 9 de febrero de 2010.

jueves, 4 de febrero de 2010

El hijo del carpintero

Hace ya días que deseaba escribir, pero como Ustedes recordarán, en cierta ocasión y por un hecho luctuoso, puse entonces “quiero escribir pero el llanto no me deja”. Esta frase es de Lope de Vega, y era oportuna en aquel momento en que mi afligido ánimo no era capaz de controlar los sentimientos. Hoy son otras las circunstancias y debo, con otros motivos y serenidad, dirigirme a Ustedes como si fuera un día más, en el que fuera a contarles otra de aquellas pueriles crónicas que atañen, en muchas ocasiones, facetas de mi vida particular. De todas maneras, poco importa, en momentos difíciles, el lamento en que puedo caer movido por la angustia, que quiera o no atenaza mi garganta.

Recurrí al título del hijo del carpintero, porque Él lucho contra el poder del Imperio Romano. Debía de ser muy peligroso para éste, cuando siendo de origen tan humilde y tan poca cosa, que los representantes del sistema establecido, lo crucificaron. La cruz, por aquel entonces, era un sistema de aniquilamiento brutal; pero los seres humanos, como parece que somos evolucionados, contamos con sofisticados medios menos escandalosos; aunque Guillotine también fue un tanto botarate. Además, al margen de esta consideración que sólo es para calmar la angustia interior, les diré que hay formas sibilinas de cortar cabezas, crucificar o tirar la piedra y esconder la mano. El caso es que si Él que era redentor y molestaba al poder, buscando justicia para los desprotegidos acabó de esa manera, ¿qué será del hijo de un ferreiro que nada sabe y sólo perseguía que el patrimonio y la cultura de la tierra que lo vio nacer fuera dignificada?

No es mi deseo convertir este alegato en un clamor en mi defensa ¡Qué va! Todo lo contrario; pero debo retomar lo poco o mucho que quede de mi vida, y nada mejor para esto que intentar escribir, aunque sé que esto resultará incoherente o cuando menos confuso. Pero, ¿saben una cosa? Cuando vuelva a ser normal (si es que alguna vez lo fui) les narraré esas historias que de una forma u otra, son parte de mi vida; y ésta como es natural, enlaza con el Museo de Grandas de Salime.

Ahora queridos amigos ¿cómo se puede dar las gracias a todos aquéllos que mostraron su inconmensurable apoyo contra este linchamiento moral? Les juro amigos, que no encuentro esas palabras; pero quiero de alguna manera hacerles llegar mi más sincero agradecimiento a esas personas que salen en mi defensa; tanto en los antiguos y nuevos medios, como en el correo, el teléfono o visitas personales. Gracias a ese calor humano, siento como no es tan difícil superar el atropello. También vayan las gracias y el perdón incluso a aquéllos que muestran ese odio visceral hacia mi persona. Es posible que estén satisfechos de tan ignominiosa acción, que en su insensatez, es posible les colme de dicha. Poco importa el daño que hayan hecho a mi persona, porque lo más grave es el que llevan infligiendo a esta zona Occidental de Asturias. No sólo al patrimonio, sino a estas desamparadas gentes de esta yerma tierra asturiana, en la que poco más queda en ella que la vetustez de sus habitantes.

De el Museo, no se preocupen mis queridos amigos, porque eliminando el molesto ferreiro, todo serán mejoras en él. Esto me congratula, porque al fin y al cabo, fue por lo que luché siempre. Miren Ustedes por donde “no hay mal que por bien no venga”. Me dijo un amigo, que me visitó por la mañana, que al igual que Salomón, había optado por salvar la criatura, a pesar que me partiera el corazón perder el hijo. Pero algún día tenía que ser, porque de viejo no se pasa.

Como siempre, y sobre todo para la gente bien nacida: Haxa salú

martes, 2 de febrero de 2010

En nombre de Pepe el Ferreiro agradecemos todo el apoyo que estamos recibiendo estos días.

No sólo los cientos de mensajes que se reciben en casa a través de las más diversas vías sino todas las muestras de cariño que llegan a través de la Plataforma de Apoyo a Pepe el Ferreiro y desde el grupo de Facebook donde ya contamos con más de 6100 inscritos.

Actualmente se están llevando a cabo diferentes iniciativas encaminadas a poner de manifiesto la injusta, arbitraria y ruin decisión que la casta política que nos gobierna ha tomado.

Desde aquí os animamos, tanto el Ferreiro como los que lo arropamos sin fisuras, a participar activamente en las campañas que se han puesto en marcha. La recogida de firmas, de la que tenéis cumplida información en http://www.yoapoyoalferreiro.com o la participación en la campaña “HAXA SALÚ”, colocando cualquiera de nuestros logotipos en vuestras casas, en vuestros blogs, en vuestros coches, en vuestros lugares de ocio...

No podemos permitir que esta ignominia quede impune.


Un abrazo


Roberto Naveiras

Grandas de Salime