viernes, 30 de agosto de 2013

"Humus"



1 de julio de 2013
Aguasmestas-Belmonte-Somiedo


Con el fin de conexionar este relato, debo dar comienzo al mismo retrotrayéndome varios años. De no hacerlo así, y aún pensando en que puede resultar confuso, comenzaré en tiempos pasados.

Comenzamos sin más circunloquios:

En San Martín de Oscos, estuvo de médico Don José Fernández, conocido como Pepín de Cuero. Por medio de la amistad que me unía a otros galenos de aquella época, me fue presentado. Pasado el tiempo  hice una reforma en la calefacción de su casa, en la cual estuve alojado. Hablar de los datos personales de este hombre lo considero innecesario, puesto que conservo de él y de su familia los gratos recuerdos de aquellos momentos. Tampoco expresaría bien aquí la amistad que hacia él profeso.

En cierta ocasión, en Oviedo, después de aparcar su coche, vio pasar a un amigo suyo y me dijo:
-¡Mira. Ahí va Santiago!

Yo pregunté quién era ese señor, y si yo lo conocía. Después de darme la oportuna aclaración esperamos su llegada y me fue presentado aquel ilustre personaje, hoy ya difunto. En aquel acto dijo:
-Hola Santiago, voy a presentarte a un amigo de Grandas de Salime.
A lo que contestó el aludido:
-No me digas nada, me imagino que es Pepe el ferreiro.
Desconcertado dije: -¿Nos conocemos y acaso yo no lo recuerdo?
-No, ¡qué va! Lo que pasa es que me hablaron de ti en el Polo Sur; siete minutos más de longitud Sur de ese Paralelo, donde llegó Cousteau con su barco.

Si mi desconcierto era grade, no lo fue menos aquella contestación a la que no podía encontrar sentido.

Así fue como conocí al capitán de Idus de Marzo, que había ayudado a que ese barco llegase en su singladura, a la zona antes citada de los hielos polares, con el riesgo de quedarse allí varado cuan Admusen o Escoot.

Ese osado o intrépido capitán era Santiago R. Cañedo, que en las largas noches del Polo, había escuchado muchas historias contadas por la tripulación de aquel IDUS DE MARZO, fabricado en Navia. Uno de sus marineros había recalado en mi casa después de visitar a un amigo en el Foxo, Negueira de Muñiz (Lugo) y he aquí la casualidad por la que Santi, daba razón de mi persona.

Su padre había sido el jefe de mantenimiento en la papelera de celulosa C.E.A.S.A., y del Museo de Grandas se había llevado algunos brotes del nogal que domina el corral, para injertar en Grado, su tierra natal.

Durante varios años mantuve con esta familia asiduos contactos.

No hace mucho, Cañedo (padre) y su nieto Santiago, estuvieron en Grandas visitando el Museo. Me entregaron alguna pieza, entre las cuales había un silbato de una máquina de vapor, que espero seguirá custodiada en el lugar.

Podría narrar largamente la feliz circunstancia de tratar  a tan entrañable gente, pero esto daría lugar a que el quid de la cuestión fuera desviado excesivamente. Es más, aunque el tema sea sucinto, forzosamente seguirán los habitantes de Grado relacionados con el fondo de la cuestión. Y que conste que lo que aquí aseveraré es producto del gran ejemplo que de Santiago recibí en su día. Sólo él, sólo aquel hombre que contagiaba entusiasmo, podía mantener vivo un recuerdo. Si ese ejemplo se puede llevar a cabo, sea pues en su memoria y en la de aquéllos que continúan su labor. Las grandes empresas surgen de esos grandes hombres, que con sus acciones dejaron su herencia en esta sociedad. No importa si fueron entendidos o no, porque sólo el tiempo demuestra que Santi fue un visionario. Un visionario de desconocidos continentes y preocupado por el medio en que le tocó vivir. Gracias amigo mío. Gracias en nombre de toda esta irresponsable sociedad que camina con una venda en los ojos en un viaje naturalmente a ciegas.

-Fin que se persigue-

Aunque quede meridianamente demostrado que a lo largo de los años siguió latente un proyecto heredado de una amistad, creo necesario dejar constancia, al menos, de que no se cejó en el empeño.

Santiago R. Cañedo llevó a cabo una instalación pionera: una explotación de humus de estiércol, con lombrices que elaboran ese producto, que es hoy un ejemplo a seguir, y así lo hacen su viuda e hijo. Cuando él narraba sus excelencias, posiblemente fuera visto como una fantasía. Sin embargo, ahí está esa planta para asombro de todos.

Por mi condición de consorte con Olga García López, natural de Belmonte, conozco algo tanto este concejo como el limítrofe de Somiedo. Años recorriendo estos abruptos y hermosos lugares, me hacen partícipe también de sus problemas y carencias. Sobre todo me preocupa ver como su bello y protegido paisaje se mancilla con un deplorable espectáculo. No me refiero a su patrimonio, sino aquel que es patrimonio de todos: sus montañas, sus ríos, su vegetación y, en definitiva, esos recónditos escondrijos donde sus habitantes ocultan parcialmente las deposiciones de su cabaña ganadera e incluso las propias, que a través de los estercoleros, van mezcladas con el estiércol de sus vacas. Se evacuan los purines al río Pigüeña y al Somiedo. Se convierte este espacio, ahora protegido, en una cloaca, bajo la anuencia de aquéllos que representan la teórica protección. Llevo años observando esta deplorable conducta sin que en ningún momento surgiera el más mínimo interés por corregirla. Sé, y me consta,  que Santiago y su esposa Pepa, emprendieron en su día negociaciones con los responsables municipales de Somiedo. Aparte de los macroproyectos y despilfarro al que sometieron los ayuntamientos en toda Asturias, fueron incapaces en este de Somiedo a pararse a escuchar a este hombre, que desde Grado, proponía limpiar todo un concejo.

Sin embargo, no le importó gastar millones de euros en una planta embotelladora de agua para hipotéticos bebedores ¡Claro, los purines y estiércol son un mal ejemplo para el turismo! ¡La mierda intelectual de los alcaldillos y sus seguidores no se ve! Y sí el río huele mal es durante poco tiempo. Además ¡para algo estará la mar! En fin, que así estamos y así seguiremos mientras el triunfalismo de los mediocres impere.

Puede parecer exagerado, pero es la realidad de los que no les preocupa cómo se halla su concejo. Se hace todo de cara a la publicidad. Mantener el poder a costa de lo que sea y mientras el ciudadano les vote, no importa dónde tira el estiércol de sus vacas. El regidor contento al seguir demostrando el éxito de sus mandatos. Los votantes, muy ufanos, se vanaglorian del triunfo de su pastor y al final, todo un engaño, como se demuestra viendo los resultados.

Aquel orteguiano pensamiento que decía a principios del siglo pasado: “Cuando la ignorancia se deja conmover por alguien se trata, casi invariablemente, por un personaje ruin e inferior que se pone al servicio de los instintos multitudinarios” ¡Qué vergüenza siente uno al ver como cien años después todo sigue igual! Pero con el agravante de que ese mismo pueblo, carezca de criterios para evitar estas tropelías. ¡Cómo se aprovechan de él los cínicos, los que careciendo de todo escrúpulo lo manipulan! Se benefician económicamente y pignoran el futuro de ésos a los que dicen servir.

Las primeras veces que recorrí Somiedo ni siquiera había esas vías de comunicación que hoy permiten desplazarse con cualquier tipo de vehículo. En esto sí salió ganando el concejo. Recuerdo cuando Cobrana alquilaba aquella cabaña junto al lago del Valle. O si ibas a la Pornacal, podías dormir en la Cabana de Blanquillo. Eso desapareció por una estricta ley que lo prohíbe. Es posible que dada la masificación se hiciera necesario. No lo sé. Pero por aquel entonces no había grandes montones de chucho escondidos en los recovecos de los caminos. Es cierto que existían, sí, pero no con la profusión de ahora. Puede ser que la cabaña ganadera aumentase y, por lo tanto, ese estiércol sea ahora más abundante, pero ¿Por qué el señor alcalde, cuando Santiago R. Cañedo propuso la limpieza del concejo, no le hizo caso? ¿Por qué se habló de millones de pesetas a sabiendas que esto era la forma disuasoria de retirar a los que podían llevar a cabo aquel modesto proyecto? ¿Por qué Sr. Fervienza?  ¿Por qué se empeñó usted en envasar agua y dejar la mierda en los caminos? ¿Por qué no les cuenta a sus vecinos que aquella hermosa empresa aliviaría a los ganaderos de un problema de medio ambiente? ¿Por qué no hace nada (como otros muchos) por su concejo? ¿Por qué sigue embaucando a los que le votan con el cuento del Parque Natural de Somiedo, cuando sabe que tras este pomposo nombre, se esconden los detritus de sus roxas vacas? ¿Por qué, señor Fervienza, deja que sean los vecinos los que corran con el riesgo de encontrarse a los Rurales, cuando a escondidas descargan sus tractores? En fin, ¿por qué no les cuenta a sus prosélitos lo que cuesta tener una piscina climatizada, sauna y construcción alienígena en un lugar idílico como Somiedo? Digo a sus seguidores porque, a veces, al adorar al líder no se ven sus defectos.

¿Por qué esa ostentación cuando le importa poco mancillar su tierra con estercolereros piratas? ¡Ah! Y no culpe a los que tiran el mantillo, que bastante problema tienen. ¿Por qué esa manía de destruir lo agradable a la vista? ¿No les bastó convertir lo que fue una hermosa villa en un lugar sin personalidad? ¿Por qué se empecina en acabar con lo bello?

¡Qué el Universo le perdone a usted y a aquéllos que lo secundan! A los que con su firma avalan sus tropelías, porque ellos no saben lo que hacen.

Es posible que surjan en este concejo personas cuya creatividad los lleve a la instalación de esa planta de HUMUS. Si es así, espero que usted, señor alcalde, sepa protegerlos, o al menos no entorpecer su proyecto como hizo con la familia M. Cañedo, de Grado. Si así lo hace, será lo que haga bien por su tierra, paliando con esta acción la megalomanía del desacierto.

Deje las grandezas equivocadas para la tierra de los Faraones, porque al fin y al cabo, con errores ni el panteón nos distinguirá.

Sé que una fiera amenazada es peligrosa, y un mal político acorralado puede intentar dar zarpazos con ferocidad. Sea usted sensato y subsane en la medida de lo posible, las actuaciones de aquel que pretende emular a los más torpes. ¡Ah! Y puede dar recado en el Gobierno, que es usted autónomo y no necesita males consejos. Además los caciques no suelen acertar.

Paso grandes temporadas en el noreste del concejo de Belmonte, en Aguasmestas, a unos 30 metros de donde comienza Somiedo. Sepa, señor Fervienza, que en mi ánimo está la colaboración. Por ser crítico padecí el asedio de alcaldes caciques que ayudaron a llevar este país a la ruina ¡No sea usted uno más! Medite lo expuesto y ayude. La Naturaleza y sus administrados a la larga lo agradecerán (yo por consiguiente).

Haxa salú.





lunes, 26 de agosto de 2013

Cardoneira



Es la figal, ficaria, higuera, (y como otros ocho o más nombres), un árbol de la familia de las moráceas, a la que por su talla califican de mediana altura, aunque para los que “están en la higuera” no lo sea tanto si un día llegan a caer.

La madera de este árbol es blanca y de baja calidad. Baste saber que se deforma al secar de tal manera, que tienen pocas aplicaciones. Sin embargo, era requerida en verde, para mangos de herramientas manuales, porque una vez seca sólo rompiéndola se desprenden esos pequeños cabos del utensilio.

Había la creencia popular que si se aprovechaba su leña para atizar la lumbre del lar, cegaban las personas que estuvieran expuestas al humo. Verdad o no, les puedo asegurar que las fumaradas que desprende irritan los ojos de forma insufrible.

Sin embargo, hay un dicho popular que la asocia a un  buen fin: La peor de las maderas la higuera, mas la himera del molino que sea de higuera.

La himera, es la pieza de madera que cierra el ojo de la muela del molino, y en la que se practica un agujero a la medida del eje que mueve la muela. Recibe el nombre de bulse en otras zonas y en parte del occidente de Asturias, ollos del barrón, que no es otra cosa que el taco de madera que ajustaba el barrón, árbol o eje; y al mismo tiempo impide que el grano caiga hacia e infierno del molino.

Dicha esta función de la higuera sigamos con el cuento.

Las ramas de la figueira se quiebran con facilidad cuando hace mucho calor. Esto hacía que, en tiempo de higos, durante el sol del medio día y parte de la tarde, se eludiese subir al árbol. No quiero decir que en ausencia del propietario de la fecunda planta se tuviese esto en cuenta. Así que la carga de higos, o la “carga” de la grey infantil en las horas que el tórrido sol apretaba, daban con la rama en el suelo. No recuerdo que hubiera que lamentar ningún grave accidente de los ágiles come-higos. Lo grave es que en el lugar que se desprendía la cana, quedaba la enorme cicatriz en el tronco. Esta huella se iba curando en la parte que corresponde a la albura; la madera interior se pudría con el paso de los años hasta formar un huevo que recibe el nombre de cardoneira. Ésta puede llegar a ser tal, que el huevo que se va formando adquiera unas proporciones desmesuradas. Tanto es así, que en cierta ocasión un ciego y pobre violinista, cuyo conservatorio fuera la calle, “vio” en esa cardoneira el lugar más apropiado para guardar sus cortos ahorros. ¡Ah! Pero hete aquí que un pillastre descubrió el tesoro y se apropió de él. El ciego, al comprobar su falta, rasgaba su violín y cantaba las siguientes estrofas:

Ñique, ñique, ñin
Ñique, ñique, ñeira
Teño veinte reales en ua figueira
Y si a cousa nun me minte
Lougo ei votar outros vinte.

El pícaro autor del hurto, al oír aquella historia, volvió los veinte reales pensando en llevarse cuarenta. Así el invidente “vio” la forma de recuperar su capital.

Como en este país somos tontos, pero no ciegos ¿no habrá algún compositor que dé con una “clave” y plasme en un pentagrama música y letra tan convincente que haga devolver el dinero a los corruptos?

Algo así como lo del flautista de Hamelín, o el ñique, ñique…; aunque ya sabemos que esto sería plagio y así no devuelven el dinero. Música y verso parecido a esto:

Tralarí que te vi
Fondos en Ginebra
Estáis listos si pensáis
Que los devolví
Con amnistía fiscal.

Sin…… Bueno, nada, las ratas se quedan, el dinero se va y Hamelín….lugar imperfecto ¡Qué país!

Haxa salú

En Grandas de Salime, a 2 de febrero de 2013




viernes, 16 de agosto de 2013

“La inepcia política”



El día 10 de agosto del presente año, asistí a un evento en el que hubo motivos de enojo. Irritación o cabreo provocado por la falta de sensatez de cierto grupo, que creo que usted, lector, intuye.

Si en aquel momento hubiera comenzado este escrito, seguro que sería irrespetuoso e insolente y caería en la descalificación. Así que he dejado pasar unos días para poder hacer lo mismo, y que el vituperio no diera lugar a que los criticados se sintieran ofendidos. Sí, porque en un momento de ofuscación se puede llamar mal nacido a cualquiera. Sin embargo, al reflexionar me di cuenta que la paciente calma sirve para ser objetivo, para poner las cosas en su sitio o, al menos intentarlo. Aunque de imprudentes está llena la sociedad, y yo no me salvo. De todas maneras, los insensatos somos todos. Todos los que un día, como enajenados mentales, pasamos por las urnas. ¿Cómo sino escogemos a los más caraduras, a los ladrones, a los corruptos, a los seres más despreciables para que nos representen? ¿Acaso los más abyectos, los más viles son dignos de un voto? ¿Estamos todos locos? ¿Somos, quizás, unos frustrados y delincuentes en potencia que protegemos al que más roba? ¿Pertenecemos a esa baja estofa que protege a los de su clase? ¿Nuestro intelecto no da más de sí que no sabemos distinguir a los sinvergüenzas? ¿No nos avergonzamos al ver pillos y arribistas en los estamentos de poder? Sé que un rebaño ovino no escoge al pastor, pero ¿aquí balamos todos mientras un grupo se llena los bolsillos? ¿Somos taimados mastines que metemos el lobo en el redil para que devore el rebaño? ¿Deseamos que este país siga en ese viejo atraso en el que estuvimos siempre sumidos? ¿Es posible que muy pocos sientan vergüenza de vivir en él? ¿Estamos condenados a la invertebrada España que hace casi un siglo Ortega calificó de “masa”? Claro que él decía que esta masa formaba un país gobernado por una minoría selecta ¡¡Menuda selección llevamos haciendo aquí!! Si por distinguir, optamos por una élite de depravados sicarios de Alí Baba, cuyo fin es enriquecerse. ¿Por qué no les llamaría entonces “Chusma”, vulgo irresponsable que actúa sobre la “pella”?

En fin, sufrimos esta lacra social que nos parasita y sólo queda el consuelo que como infectados nos muramos, y con el óbito desaparezca el parásito. Mal fin para el enfermo, pero es el único recurso. O rectificamos nuestra conducta y hacemos el boicot, o seremos devorados. Claro que ante la descomposición de este país, siempre queda taparse la nariz.

De todas maneras, obsérvese ¡cuánta mentira! ¡Cuántos delitos quedan impugnes escudados tras la palabra democracia! ¡Cómo se ríen esos taimados a nuestra espalda! ¡Pobre libertad, secuestrada por cretinos  que creen nos engañan a todos!

Lo grave de esta exposición de principios, es que casi pasa desapercibida la “malla del trigo” o trilla del cereal. En ésta, como se llevó a cabo  con pértigos o manales, recordé aquellos gobernantes, habidos y por haber, que se merecen los palos que recibían las espigas. Allí comenzó la indignación, aunque la verdad es que poco me hace falta.

El campesino comió el pan con el sudor de su frente. La bíblica maldición sigue siendo una constante para él. Si su abnegación quedó aliviada con la compra de maquinaria, el alivio fue más para el banquero, aunque hoy sean un erial banco y campo.

En Orbazai, a 4 kilómetros de Lugo, se hizo una exposición del trabajo de separar el grano de la paja. Para que fuera completa la muestra, más de 300 útiles del capo formaban la exposición, que en cualquier país de avispados gobernantes, sería tenida en cuenta. Sin embargo, aquí, la inepcia de nuestros políticos no les permite aprovechar el arte y sentido común de estos artesanos, que no sólo organizaron semejante evento, sino que además restauraron muchos de estos aperos. Si los necios que nos gobiernan fueran medianamente sensatos, harían el mejor museo agrícola de Galicia. ¡Ah! ¡Pero no! ¿Cómo van los espurios herederos del campo español mostrar sus orígenes si sus raíces están en la tierra que los vio nacer? Además, como palurdos, les gusta más el pazo que el arado de su abuelo. ¡Claro, el gasógeno que genera el gas procedente de la combustión de la leña y mueve el motor Ford-8 no les interesa! Ellos viajan en suntuosos coches oficiales y comen en restaurantes donde se paga la factura con el dinero público. ¡Cómo se van a mezclar con el pueblo llano que los vota! ¡No se acercaron ni a cortar la hipotética cinta inaugural! ¡Valientes mentecatos! ¡Qué país!

Haxa salú