sábado, 27 de octubre de 2012

A Luís Arias Argüelles-Meres




Hace tiempo me encargaron la presentación de la novela que escribió Luis Arias Argüelles-Meres, Pudorosa Penumbra. 

Creo que en un principio hablaré de la envidia. La envidia que nos describe José Antonio Coppen en un reciente artículo en la Nueva España. Empiezo con ella, porque es algo que me define o identifica porque envidia es la que, como ser humano, siento por la gran labor de Luis Arias. No siento hacia él esa envidia ponzoñosa que corroe al que la padece, pero sí esa otra de aquel pobre diablo que es incapaz de crear, de dar vida a los personajes de una novela y, por tanto, sólo le queda deleitarse en la literatura de los demás. Gracias Luis, por estos deliciosos momentos que nos brindas. 

Nos atrapa este escritor con su narrativa. Nos conduce hacia donde él quiere y, sin darnos cuenta nos hundimos, profundizamos en esas páginas como aquel que se zambulle en el agua, aunque no sepa nadar. 

Sí Luis, te conocí a través de los escritos en La Nueva España. Allí es donde comenzó esa sana envidia hacia aquél que sabe escribir. Como ves, no te conocía pero sí vivía tus críticas, tus sátiras hacia aquellos inútiles que nos condujeron al momento presente. No te importa dar a conocer tu republicanismo, tu visión de una época floreciente que los mediocres no fueron capaces de imitar; como muy bien dices en la página 22 de esta novela: 

…… reconstruyendo todo aquello desde un siglo XXI marcado por el desconcierto y la mediocridad, marcado también por la percepción de una suerte de apocalipsis de una etapa histórica cuya decadencia sólo podía ser desoída por los más necios  ¿No podíamos construir esa tercera novela emplazándonos en un tiempo que no tuvo continuidad ni fue valorado en su justa medida por un futuro que se forjó sobre el andamiaje de una amnesia tan interesada como falaz?




 Haxa salú

jueves, 18 de octubre de 2012

“Un traje a medida”

Hubo un tiempo en que había en Grandas de Salime cinco sastres, en el momento actual no queda ninguno. Tenían todos estos hombres tijera, escuadras, reglas y todo lo necesario para cortar y coser. Las reglas no debían de ser iguales para todos, porque por regla general, unos trajes sentaban bien y otros regular; el caso es que todos cosían y cortaban, posiblemente, por el trazo de la tiza. Los patrones sí eran, creo, muy parecidos, pero claro, el patrón o joven al que le hacían el traje no era igual, aunque el género fuera el mismo. Quiero decir el género masculino; porque el género de los trajes no era ni parecido, que se diga.

Había trajes que temblaban al estornudar, otros que si la hombrera, que si el tiro de entrepierna molestaba a la derecha, que si al otro lado, a la izquierda, ¡en fin, trajes para todos! (igual que el café) pero que todos gastaban a disgusto su género de fábrica. Lo mismo va a ocurrir con el retal del Occidente Asturiano, que alguien quiere cortar al estilo del Continente africano; que me pareció siempre una aberración, urdida por los imperialistas que ocuparon esas tierras. 

Expongo aquí el caso de los sastres como ejemplo del mal hacer, y que en este caso va dirigida la crítica a Dn. Aladino Fernández, geógrafo de profesión; el cual merece una reprimenda por su ligereza al publicar en la Nueva España del lunes 8 de octubre, el artículo “La reorganización territorial ante la crisis”. 

Lo primero Sr. Geógrafo, es comprobar sobre el terreno su realidad geográfica, orográfica, social etc., cosa que dudo hiciera Usted. ¿O es qué acaso cree que Grandas de Salime o Ibias pueden ser capitales de un ayuntamiento junto con Degaña? Claro que, a lo mejor, el territorio por el que discurre la carretera en la zona de Galicia, cuenta Usted ya con la secesión, porque casi parece tierra de nadie, al igual que las citadas anteriormente. ¡Ah!, y estudie también dónde integrar la parroquia de los Coutos, porque creo que el embalse sobre el Navia, impide a los habitantes, que no saben nadar, cruzar hacia su capital, San Antolín.

Soy, creo, lo suficiente consciente para no dar consejos a nadie; pero, al igual que un geógrafo lanza un globo sonda para ver la reacción de los ciudadanos, este ferreiro puede decir lo que le parece, y “cortarle un traje a medida”, a este geógrafo que nos da su “visión” con gafas de madera.

Estoy plenamente de acuerdo con un nueva reorganización, pues en este sacrificado occidente, dejando al sur Ibias y Degaña, se crea un solo concejo con Grandas, Pesoz, una parte de Allande, San Matín de Oscos y un pueblos de Illano, dejando al norte Vegadeo, Villanueva y Santalla de Oscos, Taramundi etc.., porque los de la costa ya los integraron. Esto da lugar a que, contando los cinco concejos, unos completos y otros parcialmente, se sumen con ello mil quinientos habitantes, aproximadamente. No es que el número sea excesivo, pero esto es lo que hay. Lo que sí se puede llevar a cabo, para ser equitativos, y geográficamente, situar la administración en un punto más o menos equidistante para todos; en este caso ese lugar podía ser Pesoz. Pero aquí empezaran los gritos en el cielo, las voces discrepantes y, entonces, habría que llevarlo un poco más lejos, por ejemplo a Villarmarzo. Así el chovinismo paleto de los localismos queda desleído y neutralizado el poder consistorial; porque, como dijo Ortega y Gasset hace más de un siglo: “el particularismo es aquel estado de espíritu en que creemos no tener por qué contar con los demás. Unas veces por excesiva estimación de nosotros mismos, otras por excesivo menosprecio…”. Osease, seguimos siendo “invertebrados”, con masa cerebral nula. ¡Hay de aquél que haga mudar las cosas! ¡Las masas lo asediarán!

Haxa salú.