viernes, 28 de marzo de 2014

E ua a, Sr. Maestro



En un rincón del occidente de Asturias, no importa cual que por su forma de hablar se identifica, ocurrió hace años un hecho lamentable: el sufrimiento de un niño que debía asistir a las clases que impartía un docente castellano-parlante, leso filólogo o teniente de oído.

Aquel atribulado niño, traspasaba el umbral de la puerta de la escuela preso del más aterrador pánico. Sus vísceras daban la impresión de ahogarlo. En su cabeza aún estaba presente el dolor sordo que los nudillos del maestro, en el arte de hacer daño, le habían inferido el día anterior.

El probe Manolín creía que era normal. Él no sabía nada de coeficientes intelectuales, pero tampoco se consideraba más torpe que cualquiera de sus compañeros. Por lo tanto, no entendía como era el centro de las iras de aquel hombre, que le llamaba pícaro cuando contestaba correctamente a sus preguntas.

¿Era acaso, aquel representante de la “Cultura” oficial, un sádico que la había tomado con él?.

Sí, era cierto que se había vuelto taciturno y, a veces, se negaba a contestar. Pero, ¿no era preferible y sensato permanecer callado, que exponerse a recibir un coscorrón? Contestar suponía, cuando menos, oír unos improperios que lo vejaban ante toda la clase. ¡Qué horrible padecimiento era tragarse aquellas lágrimas, y sentir aquel nudo en la garganta que sólo cedía cuando rompía a llorar, en la soledad que le brindaba aquel prado donde pastaban sus vacas!. ¡Cuánto agravio! ¡Qué humillación ir a la escuela!.

No podía decir nada  a sus padres. Ellos creerían que intentaba eludir la asistencia a clase. Además, ¿cómo explicárselo, si sus progenitores hablaban igual que él, y si se expresaban en castellano, lo hacían mal?

¡Probe Manolín!. ¿Malditas vocales!, ¡Si eran cinco... cinco nada más, y él se las sabía todas!.

¿Por qué le llamaba taimado aquel maestro, cuando le preguntaba que letra era aquélla? Si la “a” era “a”, -¡Pero si é ua “a”, Sr. Maestro! ¿Non ve que “é ua a”?, -pensaba Manolín, para sus adentros, en el gallego de la Asturias Occidental.

¡Ah!, si Manolín se diera cuenta que aquel docente, en su prístina ignorancia, desconocía que na nosa fala se excluía la “s” del verbo y aquella “n” intervocálica del adjetivo.

¡Ay!, ¡Si lo supieras Manolín!, esa sí que iba a ser “ua” boa causa pa rirse do mestre, que te faía  chorar, porque tú, no sabías decirle en castellano: es una “a”, y por lo tanto él, en su obcecación, creía que tú le nombrabas, cada vez, cuatro vocales para acertar una.

Haxa salú y maestros observadores (por lo menos).

martes, 18 de marzo de 2014

El cuco


Un carricero alimentando una cría de cuco.


 
Una lectura sobre el cuco me inspiró lo siguiente: este pájaro tiene fama de vago en la zona rural, claro que esto no es de extrañar, pues en ella todo aquél que haga algo distinto al trabajo material lo es. Puede ser haragán el que viva de forma distinta, o su cuenta del banco no esté saneada, por eso no ve el trabajador que los principales gandules y maleantes son los propios banqueros, o propietarios de los bancos. Montan un lucrativo negocio para sin dinero ganar dinero ajeno. Estos sí se parecen al cuco, sólo que el ave no se dedica a la especulación fiduciaria y pone, al menos, el huevo, aunque siempre en nido ajeno. El banquero posee el nido y su contenido. El huevo… que le pregunten a los de las hipotecas quién lo puso.

En cierta ocasión que, como siempre en la zona rural, protagoniza el campesino, uno de ellos fue a  pedir ayuda a un cuco. Se trataba de segar las mieses; labor que hay que llevar a cabo en el momento en que el sol calienta.

El cuco, ante tal petición, le dijo:

-Si está nublado no puedo. Si calienta el sol, cucar. Así que si llueve, a tu finca iré a ayudar

El banquero es peor: te presta el paraguas si hace sol y te lo quita si llueve.

El cuco come gusanos. Los clientes de la entidad bancaria se deben tragar los fraudes que originan aquellos gusanos que no viven el campo y lo explotan.

Moraleja: Cucú, cucú, cucú

Haxa salú

martes, 11 de marzo de 2014

Los elementos



Hace tiempo deseaba escribir sobre este tema, pero un día por una cosa y otros por otra, lo iba posponiendo hasta hoy. Los elementos son algo muy serio, que no se deben aplazar porque en ello se nos va la vida.

Parece ser que los elementos químicos tienen un fundamento móvil como parte integrante de una cosa. También el aire, el agua, el fuego y la tierra simbolizan estas cuatro fuerzas. Einstein, en sus cálculos, dijo no sé qué de E=m2, pero para qué complicarnos con fórmulas, que bastante tenemos ya con lo que nos atañe en esta sociedad que, sin nosotros pedirlo, nos asignaron.

Felipe II dijo que él no enviaría su Armada Invencible a luchar contra los elementos y tenía razón. Bastante tuvieron aquellos pobres marineros con vérselas con los elementos ingleses,que los dejaron al garete. O lo que es lo mismo: a la deriva; como en la actualidad va todo en este mi país, gracias también a los “elementos”.

La tabla periódica nos asigna varios elementos. Sin embargo, en el cuerpo corporativo, o en la componenda nacional, son incontables los “elementos” que la usan en su beneficio. Por ejemplo: El Museo del Calamar Gigante de Luarca, no lo destruyó la mar. La mar estaba ahí antes que el Museo. Los embravecidos y vanidosos fueron los elementos que se empeñaron en hacerlo allí. Sí, los desaprensivos elementos que, haciendo caso omiso de las fuerzas de la Naturaleza, y en un alarde de su mal hacer, allí lo construyeron.  Poco les importaban los esfuerzos de Don Luis Laria.

¿O es que no son desaprensivos elementos los que desestiman toda lógica ordenando tarde y mal la variante de Pajares, el Hospitalón y todo ese cúmulo de errores? ¿No son elementos de cuidado aquéllos que se confabulan con un individuo apellidado Calatrava? Menudos pájaros.

¿Yo estoy castigado a seguir viendo y padeciendo a estos elementos indeseables? ¡Dios mío!  ¡Qué cruz!

Principios químicos rodeados de elementos ¡Mala hora sea aquélla en la que aparecieron!

De los elementos del Niemeyer prefiero no hablar, porque componen el mismo cuerpo.

Haxa salú.

(Lo del céntimo del combustible estaba visto que se lo guardaban)

En Grandas de Salime, a 14 de febrero de 2014.



sábado, 1 de marzo de 2014

Abstracto



Artículo publicado en La Nueva España en junio de 2005
Foto: Frontera entre galicia y Asturias. Roberto Naveiras
Hoy es uno de esos días en los que toca escribir sobre algo harto difícil. Eduardo García, redactor de este periódico, me pidió que contase algo sobre la frontera entre Galicia y Asturias. Quiero pensar que se refería al límite político, pues el natural o geográfico y cultural no existe. Y al aseverar esto, me refiero que si alguien quisiera ser compañero de viaje por la ribera del Navia, desde Grandas hasta Navia de Suarna, descubriría que tanto en las costumbres como en la lengua, las diferencias son tan imperceptibles que sólo un versado antropólogo las percibiría. Además, las caprichosas formas del trazado de la frontera política entre estas dos Comunidades, haría pensar que los accidentes orográficos son menos enrevesados que las mentes que un día dijeron lo que era Asturias o Galicia.

Si nos desplazamos aguas arriba por el embalse de Salime, a poco más de 1 kilómetro del embarcadero y 7 u 8 de Grandas, ya estamos en Galicia por la margen izquierda. La margen derecha, 1 kilómetro aproximadamente, es tierra del Principado. A partir de aquí es concejo de Negueira de Muñiz (Lugo) hasta el Puente de Boadil y Marondo. Si cruza el puente y se dirige a San Antolín de Ibias, su sorpresa será mayúscula, porque incomprensiblemente, verá como sale de Galicia y entra en Asturias entre dos pronunciadas curvas de la carretera. Pero su asombro será aun mayor si siguió remontando el Navia, pues cerca del Puente de Sena, según a que orilla mire, y alternativamente, tanto es tierra Galaica como Astur. La parroquia de los Coutos, aislada por el citado pantano, forma un condado como el de Treviño, en el territorio lucense. Pero su asturianidad esta condicionada por un chovinismo exacerbado, si alguien asociara el terruño con Galicia.

Los lóbulos del cerebro parece ser que controlan, cada uno, la parte opuesta del cuerpo. Sin embargo, los miembros de alguna corporación en vez de tenerlos cruzados, es posible que les funcionen circularmente; pues su egocentrismo asturiano los lleva a conservar nombres de calles, como avenida de Asturias, cuando sus pueblos están enclavados dentro de esa misma provincia ¿O es que acaso el centro es más Asturias?.

De todas maneras, y ya para terminar, pregúntese usted si la mayoría de los pueblos de la cuenca del Navia, sean gallegos o asturianos, tienen algún interés para los capitostes de cualquiera de las dos comunidades. Y también, si lo de ser europeo en esta ultrajada zona, no será un termino abstracto, como la propia UE. Por cierto ¿durará tres años el inconsistente euro?

Haxa salú.

En Grandas de Salime, a 16 de junio de 2005