martes, 23 de diciembre de 2014

Los que se fueron (para no volver)







Cuando eres joven tienes unas inquietudes que con los años desaparecen. Entre esta podemos resaltar la de procrear, que al igual que el bonobo, o primo lejano nuestro, y como simios que somos, que caminamos erectos o bipedestamos, nos parecía primordial. Satisfacer esa necesidad era lo que más nos igualaba con aquellos, llamémosles congéneres. Con la vejez, la necesidad fisiológica, usando el mismo conducto uretral, es aliviar el líquido excrementicio que se almacena en la vejiga y que fue secretado por los riñones. La atrofiada parte exterior de la uretra, nos obliga a levantarnos al menos una vez por la noche. Ni se acuerda este apéndice de cuando él se levantaba solo …

En esa hora de maitines mingitoria, que viene a coincidir entre las cinco o seis de la mañana (por si alguien cree que es una cuestión de puntualidad, levantarse no es el problema) lo complicado es volver a conciliar el sueño. Pues tampoco es igual dormirse de joven que en la senectud. Así que, una noche y otra también, es fácil que transcurra una hora en el duermevela de los recuerdos. No es un tiempo perdido pues si fuera así ahora no estaría escribiendo estas notas.

Es posible que no vean  excesivo interés en el tema pero como en el insomnio nuestros recuerdos golpean machaconamente, contra alguien o contra usted, cuan firme estafermo repartiremos los golpes.

El título debiera de haber sido otro, pero como cuando se nombra la soga en casa del ahorcado, lo mismo ocurre con las necrológicas. Pues es fácil entender que una sociedad en la que no se nos ha familiarizado con este hecho, resulta que podía haber sido rechazado el relato por el título. Sin embargo, los años hacen al individuo consciente de un hecho ineludible. Y aunque parezca una contradicción lo que se asevera, no a todos acoge por igual el conocimiento de nuestra mortal realidad.

El caso es que, en una de esas intempestivas horas, empecé a darle vueltas al tema de aquéllos que se habían ido para no volver. Aquéllos que habían finado y por tanto, salvo que se reencarnen o resuciten, allá están.

A lo largo de nuestra vida (que no es vida si la comparamos con la de otros) son muchos los actos que nos pasan desapercibidos. Solo la paciente vela, o vigilia nocturna, trae a nuestra memoria alguno de éstos. Por regla general, la nocturnidad los acentúa, haciéndolos incluso desagradables. He aquí donde ese genuino meditar nos desvela cada vez más. Por cierto, con la luz del día todo vuelve a la normalidad, excepto nuestro físico, que no descansa lo suficiente. Lo crónico de él ahí sigue.

Así es como se llega a conclusiones que cierran ese círculo cargante que altera nuestro descanso y el diario acontecer. Aunque también sé que la nocturnidad no sirve para ser creativo. Es como ese estado anímico que, como el alcohol, sume a nuestro cerebro en una fascinante hipnosis, que al pasar la embriaguez lo único que nos lo recuerda es la implacable sed. Solo que en este caso, lo que sí recordamos, por desgracia, es la naturaleza humana que nos arrastra al fin.

Aquí dejo la narración para seguir en otro momento

Haxa salú.



jueves, 23 de octubre de 2014

Prospecto de PERICO-SAN 4



Nuestros laboratorios de Ferráz (Madrid) han preparado un gran y nuevo medicamento de excelentes efectos curativos al igual que todos nuestros productos anteriores: G.1, Z.2 y R.3, estos dos últimos con menos éxito pero sin reacciones graves, solo afecciones cutáneas, y por tanto sin efectos secundarios.

PERICO-SAN.4 es un auténtico preparado de estos laboratorios, con fórmula magistral y, por lo tanto, no alergénico. Ha sido probado con más de cien mil voluntarios que únicamente presentaron inflamación benigna de las glándulas sudoríparas (madinas) en alguna región.

Es apropiado para lugares muy soleados, por no ser incompatible con los ERE. PERICO-SAN.4 es indicado  para casos agudos; también en casos de P.S. y de P.P. Estos últimos se alivian de forma manifiesta.

PERICO-SAN.4 aumenta el metabolismo. Es decir, aquellos atacados de grand-positivismo P.S. Y P.P. que suelen alterar el número de sus cálculos, y por tanto los valores de sus divisas, deben ser tratados con cuentagotas (de momento).

PERICO-SAN.4 no está  indicado en pacientes cuyo prurito sea normal.


PERICO-SAN.4 calma las ansias, pero deben abstenerse los no portadores de grand-positivismo sórdido.

PERICO-SAN.4 no supera los anteriores (dosis) en casos hormonales graves.

PERICO-SAN.4 puede usarse como placebo.

PERICO-SAN. 4 alivia los síntomas en caso de enfermedades incurables.

PERICO-SAN. 4 es inocuo.

Con PERICO-SAN.4 no hay alteraciones. (En Catalán PERET-SAN.4)

De venta sin receta médica.

¡¡¡Otro gran acierto de nuestros laboratorios!!

Y…. ¡que haxa salú!

martes, 12 de agosto de 2014

Fetidez



Al salir de casa, el olor nauseabundo de la depuradora me recordó la conversación de dos porcinos en su cubil. Es interesante el diálogo de estos paquidermos domésticos; deberíamos aprender algo de ellos.

No sé si recordarán el extraño don que me permite oír las conversaciones de los pájaros, los árboles y, desde hace un tiempo, la de los gochos. Me asombra que no me hubiera dado cuenta a mi edad, y rodeado de semejantes, de los irracionales sonidos guturales emitidos por insensatas laringes. Pero esto debe ser normal puesto que la rutina nos convierte en tenientes de oído y esto puede ser una suerte, para que al ser algo tardo el funcionamiento de mi conducto auditivo y neuronal, no reaccione ante lo que oigo.

¡Ah!, pero otra cosa es oír a un noble irracional, que además nos proporciona jugoso y sabroso “presunto”, que diría el portugués. Lo de irracional lo digo para no ofender al pobre animal, por alusión o concomitancia en el resultado final del proceso digestivo.

Y ahora veamos. No, no veamos: leamos lo que escuché no hace mucho tiempo en una pocilga de dos untuosos gorrinos. A pesar de que se plantea un pequeño problema porque a los cerdos no se les pone nombre como a otros animales; incluidos los humanos en la subespecie de “racionales” con apelativo.

El tema surgía porque en la canicular época, los efluvios de su cochiquera se hacían insoportables. Pero para entender el coloquio recurriré al onomatopéyico ¡hof! ¡hof! porcino.

Decía medio adormilado el que llamaremos Hof-1 al Hof-2:

            -Dicen los humanos que nuestros excrementos huelen mal. ¿Será que ellos no tienen olfato para los propios?
            -Si Hof-1. Tienes razón. No sé de dónde sale ese insoportable olor que a nuestra cuadra llega.
            -¡Calla, calla! Hof-2, ya me decía un pariente, que murió por San Martín, que llevaba sufriendo la fetidez  desde hace años.
            -¿Te imaginas Hof-1, sí el olor de esta cochiquera molestara a los que comen jamón de Jabugo, la represalias que se tomarían contra nosotros?.
            -Bueno ¡oh! ¿Quién los vería colocar dispositivos desodorantes para seguir comiendo? Porque esos de represalias nada mientras engullen. ¡Y nos llaman fartones!
            -¡Qué razón tienes Hof-2! Yo tengo entendido que este hedor procede de la depuradora.
            -Seguro Hof-1. Pero observa que la de Oviedo y las de la metropolitana área que las rodea, no huelen.
            -¡No me jodas Hof-2! ¡Me vas a decir que en la capital del Principado, no huele mal, con los que son a cagarla!.
            -Sí Hof-1. Allí huele mal, pero es otra cosa, y no molesta en los despachos; porque el mal olor en la poltrona se soporta mejor.
            -¡Coño, es verdad! Aquí olía mal antes y mal sigue oliendo; pero… ¿de verdad crees, Hof-2, que cuantos más son a cagarla menos huele?
            -¡No digo eso Hof-1! lo que ocurre es que hay que guardar las formas. ¿Te imaginas que alguien llegara a la ciudad de la “cultura” y oliera mal el Piles, por ejemplo?
            -Entonces Hof-2, con eso quieres decir que si en apariencia no huele  lo demás no importa.
            -Más o menos, querido amigo. Aquí la depuradora seguirá con el característico hedor hasta que las lluvias lo remedien, como todos los años. Además aguas pluviales y fecales, para contaminar las primeras  y no depurar las segundas.
            -Pero entonces Hof-1 ¿Cuál es la diferencia entre ellos y nosotros?
            -Que entre nosotros no hay políticos para disimular los olores. ¡Por lo demás!...
            -Que incorrectos son algunos porcinos.
            ¡Déjame dormir!
            Haxa salú, a pesar de la fetidez de las tufaradas.

viernes, 23 de mayo de 2014

Denominación de Origen: Pataca Casoa-baloca




Estas patatas han sido cultivadas en los predios del Museo de Grandas, en la finca denominada “das Hortias” que por su orientación al naciente del sol (este), y hasta la puesta (oeste), recibe la radiación benefactora de sus rayos.

Aunque se trata de un híbrido de Casoa y Baloca, su exquisito sabor la distingue. Es de fácil cocción y muy harinosa.

Se recomienda, como festín de entendidos, asada con aceite y pingo y acompañada de ternera, lacón fresco o costilla de gocho asada (sirve también pollo). Se puede consumir frita con huevos y chorizo. Y es un manjar, acompañada de lacón curado cocido, lo que se denomina culinariamente cachelos con lacón.

Si no tiene tiempo para la cocina, cuézala usted y cómala con leche fría (cachelos y leite); su fécula se diluirá en su boca, cual flan de huevo.

Recordará su sabor en cualquiera de las formas porque el ágape será de órdago.

Hay también un arte de cocinar este tubérculo (después del Samartín del gocho) que consiste en cocerla en el agua donde previamente se cocinó el botelo del porcino. Resulta una forma peculiar de reciclar el caldo.

Es muy sabrosa en sopas de berzas, nabizas, repollo, fréjoles, porretos, cimos (grelos), y con bacalao (cachelos con bacalao) se convierte en suculenta olla.
Si la corta en rodajas, después de pelada, la fríe acompañada de cebolla y rellena sus intersticios con huevos de pitas soltas polo prao, le saldrá a usted algo parecido a una tortilla de las que ya ni recuerdan los más viejos.

(Nota:  Sal y vino según convenga).

Haxa salú e bon apetito.



sábado, 17 de mayo de 2014

El Día de los Museos

En este país se dedica a casi todo, un día. Día de tal o cual cosa, carentes de sentido, vacíos. Son así porque parece ser que así lo requiere un “día” cualquiera, aunque nada signifique. No precisan justificación, se dedican y ya está. En este caso acompañados de carteles, paraguas, camisetas o cualquier otra cosa que sirva de momentáneo recuerdo. Es como si el giro de la tierra fuera especial un día y con esto se demostrara que era especial, que hay alguien pendiente de la onomástica y de las necesidades del Museo.
Grandísimos mentirosos son los que le dedican un día. Lo malo es que ellos son falaces todos los días del ciclo anual.
Impertinentes, hipócritas que creen engañar a todo el mundo. No os equivoquéis, parásitos del cuerpo político, nadie, o muy pocos, os creen ya. Gracias a ellos ahí os mantenéis, junto con otros medios que os permiten que las masas sean manipuladas.
Es posible que por deformación, por haberos sufrido muchos años, porque quise hacer y sois tan torpes que no me dejasteis. Porque sois tan torpes como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Porque vivo en un país de zombis, que así van a la urna, porque los embaucáis. Un día aprenderán y os darán un escarmiento.
Ciegos sois, vosotros y esa caterva de insensatos que creen poner la los tuertos a gobernar; porque antes el imbécil era rey.
Porque en Asturias lo único que os preocupó fue crear centros, funcionaran o no. Como iluso que fui entonces, quiero en este “día” recordaros que vuestra torpe conducta hizo un daño irreparable a toda Asturias. Y no creáis que me refiero sólo al Museo de Grandas de Salime.
Como es normal en el necio e ignorante, jamás os preocupó ningún tipo de cultura y mucho menos la del pueblo que os mantiene.
Permitidme que os llame endiosados, incompetentes, engreídos y demás adjetivos que vienen a significar lo mismo, es decir, “lerdos”. Y lo que no puedo probar, si no seguro que os llamaría por ese nombre porque seguro que eso lo hacéis bien.

Para terminar, ya que fue instaurado el Día de los Museos, en este solemne día quiero dejar constancia a todos los que de una u otra forma sois responsables de tal pantomima, que vuestra irresponsable conducta es la culpable de este desastre en Asturias

domingo, 11 de mayo de 2014

Jornadas sobre "Patrimonio cultural y natural". San Salvador. Allande. 2009.



“PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL”
PARROQUIA NOVA DE SAN SALVADOR. ALLANDE
Sábado, 23 de mayo de 2009

Hay una nueva carretera que comunica, por el Pozo das Muyeres Mortas, las tierras del Valledor, en Allande, con Ibias y Cangas del Narcea. Ésta, en su día llamada “Pista del Cura” por los esfuerzos y el obstinado empeño que D. José Ramón Garcés, párroco por entonces de San Martín del Valledor, le dedicó hace ya, algo más de cinco lustros, asciende desde el Puente de Veigas, en el río del Oro, hasta muy cerca del Cortín del Mayorazo, en Collada, y allí sigue su serpenteante camino hacia la parroquia “Nova”, pasando por San Salvador, Fonteta y Villalaín, donde termina la empinada carretera que se dirige a al cruce que llaman Pozo, posiblemente porque en él estén limitados dos concejos. Poco interesa la etimología de este nombre. Si significa mutsar, mole (por blando) o agua morta. Lo que con seguridad nos dice y representa es la molicie de aquéllos que no supieron conservar algo de vida en las zonas rurales de Asturias.


Fue dura la existencia en lugares como estos del Valledor, pero aún fue mayor la dureza con la que fueron tratados; ahora, desde que el daño es irremediable, pretenden darle apariencia de recuperación.

Hace tiempo, Dn. Antonio García Linares, cronista, historiador y conocedor de todo aquello que atañe al concejo de Allande, el cual me transmite los datos que de él demando, me pasó unas notas cronológicas, respecto a la muerte del Teixo del Poyo de San Martín del Valledor. Los hechos acaecidos durante la vida de este totémico vegetal son interesantísimos, y Antonio nos los cuenta gracias a ese animismo que le permite dialogar con todo aquello que nos rodea en la Naturaleza. Nuestro desgraciado taxus comienza su azarosa vida en 1817, año en el que le conceden a Dn. Francisco Valledor un distinguido galardón como premio por la extracción de miel, que la Sociedad Económica de Amigos del País, tuvo a bien reconocerle.

¡Qué gran confianza le muestra este árbol a Dn. Antonio! ¡Cuántos acontecimientos!: en 1861 concurre a la Feria de Londres la fábrica de mantequilla. En 1880 se firma el proyecto de la carretera de la Pola a Berducedo, y en 1886 de Grandas a Cangas. En 1893 se crea la “Parroquia Nova” de San Salvador. En 1925 se autoriza el mercado semanal en San Martín. En 1932 funda D. Ignacio Valledor, “Mantequerías del Valledor”. Más de cien acontecimientos que nos hablan de esplendor de dos Parroquias a las que no había llegado la actual desgracia.

En 1956, aparecen censadas en la “Parroquia Vella” 1200 habitantes. Hoy quedan 94. Le dice el teixo a su interlocutor que en 1954 son inundadas las mejores veigas de Cornollo y Villarpedre por el palustre y funesto Embalse de Salime. Y para más desgracia, cuenta el texo, que en 1988, con el fatídico conglomerado de piedra y cemento comenzó su larga enfermedad, llevándolo a la muerte en el 2004. Hoy el “poyo del texo”, sólo es el cenotafio simbólico de ese árbol que conoció tiempos mejores, aunque algunos fueran luctuosos y otros, pírricas victorias, como la llevada a cabo por un grupo de ilustrados del populacho, que destruyó, en su particular guerra, el Santuario de Bedramón.

De esos tiempos de encumbramiento, opuestos a la actual decadencia, podríamos citar florecientes negocios en Berducedo que, aunque lejos, entraba en simbiosis con la comarca. El comercio mixto de Paco, de San Martín, fallecido en el año 1998, era un claro exponente de esta próspera Parroquia. Pero había más: el Ramono, también participaba de los beneficios económicos que aquellos abnegados campesinos producían. Había otro comercio en el Moradín. Y no digamos nada del floreciente negocio de Emilio, el “Maestrón”, como era conocido. A pesar de la falta de comunicación con la carretera general, el “Maestrón” surtía aquí, en San Salvador, de todo lo necesario a la Parroquia Nova. Me agradaría haber conocido a estos peculiares personajes.

“Patrimonio Cultural y Natural”, era todo aquello imbricado en el mundo rural. Eran escamas, pizarras, louxas que superpuestas unas sobre otras forman el tejado, y guarecen de la lluvia los miembros de una familia. Las familias que formaban los pueblos y éstos la comarca. Nada, o muy poco queda de eso. La regresión o caída de estos lugares trajo consigo el efecto dominó. Comenzó con tímidas goteras y al final se cayó el tejado, ante la mirada indiferente de todos.

Hoy lo que más me fascina es el que políticos y personas, a mi parecer hipócritas, nos cuenten que lo rural es recuperable. Sí. Era recuperable o sostenible hace 25 ó 30 años, cuando aún quedaban esos sacrificados campesinos, que podían transmitir aquellas formas de trabajo, y a los que por desgracia, nadie tuvo en cuenta. Pero no es de extrañar que así ocurran las cosas cuando en la actualidad todavía quedan cínicos aduladores de esta nefasta Administración, que llaman “identidad rural” a este agonizante estado de aflicción, que terminará en deceso inducido.

Comprobaran mi negativa forma de ver el futuro, pero a lo largo de mi vida sólo vi la decadencia de la tierra que me vio nacer y su degradación. Sólo me consuela el haber guardado o protegido algo de ese patrimonio para generaciones futuras –si es que llega - pues si seguimos con estos nefastos gestores de los últimos treinta años, permítanme que lo dude.

Seguiré ahora con una breve reseña de aquello que ocurrió hace ahora algo más de quince años, y que por esta mala costumbre del pesimismo quedó pospuesta.

Se dice que no es conveniente vean a uno llorar en público. A mí no me importa confesar que he llorado en múltiples ocasiones ante los demás ¿Quién no se conmueve ante la pérdida de un ser querido? ¿Se puede permanecer impasible ante la desolación de lo que te rodea? Al fin y al cabo el pequeño mundo en que me tocó nacer y vivir era todo lo poco que tenía ¿Acaso el hombre es algo más que sus actuaciones y lo que lo rodea? Por desgracia para mí, este bagaje era toda mi riqueza y sólo queda ruina y desolación, aflicción y angustia, que en la soledad de esos lugares que conocí, atenaza mi corazón y me conduce al llanto. Sollozo y tristeza por la pérdida de todo lo que significaba vida. ¡Pobre y atribulado este espíritu, que no acepta los hechos como son, en este desbocado mundo actual! ¡Adiós al pasado! ¡Adiós al presente sin futuro! ¡Adiós a la cuenca que un día fue el río de Oro, porque en ella había esencia, entes!


RECUPERACIÓN DEL MOLÍN DE A PASADA (AÑO 1994)
Instalado en el Museo de Grandas de Salime



A los pocos vecinos que quedaron en los pueblos, les invadió el desaliento y la pasividad. La abulia se contagió como mal endémico, que dejó a su paso, seres inanimados a los que nada pudiera causar ilusión o interés. Una sensación de vacío, de fracaso y frustración; porque ellos pusieron la vista también en los atractivos que brinda la ciudad, sin valorar el alto precio que se debe pagar para vivir en ella, lo que no quiere decir que la vida en el campo no sea también dura, máxime, en una tierra poco fértil y abrupta. El resultado de estos hechos es hoy, y sin visos de recuperación, un paisaje no muy gratificante. Fincas abandonadas, prados cubiertos de maleza y caminos intransitables son pues, el mudo testigo de aquellas formas de vida que no volveremos a ver. Sólo la nostalgia, o la visita obligada en verano de los que fueron un día moradores de esos predios, cambia la monotonía de sus escasos habitantes.

A unos quinientos metros del pueblo de Collada (Allande), y a escasos cuatro del arcén de la pista, se encontraba el pequeño edificio del molino. Debiera decir lo buscábamos porque, a pesar de la proximidad, nuestro molino no aparecía. En condiciones normales de explotación –tanto de la finca como del molino – sería fácil ver el tejado. Sin embargo, era infructuosa la búsqueda; y eso que contaba con la colaboración del carpintero Manuel Monteserín, que sabía más o menos, la ubicación de aquella mágica y oculta caseta. Recorrimos arriba y abajo aquel trecho de carretera varias veces en busca de alguna señal. En aquel frondoso castañeiral  en el que habían crecido también salgueiros, artos y fresnos, se escondía la casita, como si los duendes del bosque la ocultaran.

Después de la desalentadora pesquisa, y algún que otro arañazo, dimos al fin con aquel inmueble cubierto por la maleza.

Ruinas como las de este molino se hallan dispersas por toda la región. Incluso edificios mayores, de hasta dos plantas, son difíciles de ver si no se conoce el lugar exacto donde están ubicados.

En su interior había una deteriorada alacena, que sirviera de protección, tanto a la muela y la moxega como a la harina, de los molestos roedores.

Este pequeño molino de la casa del “Rey de Collada”, se compró a Delia Álvarez Valledor que, al igual que al 90% de los que fueron habitantes de esta tierra, vive en Oviedo; vértice del triángulo que comparten Gijón y Avilés por el Norte, que al igual que en las Bermudas, se tragó no sólo a las gentes del Occidente de Asturias, sino que quedaron yermas también las fértiles vegas que lo circundan, porque sus habitantes  se fueron para la industria, a falta de una política agraria acertada.

Hoy este mecanismo está expuesto en el  molino del Museo Etnográfico de Grandas de Salime.

Hablar del deterioro, la decadencia y el abandono, en la zona rural del Occidente de Asturias, es realmente desgarrador.


MOLÍN DE TRABACES

En el año 1983, en un viaje o periplo por la zona del Río de Trabaces (Allande), aguas abajo de un pequeño afluente llamado Regueiro de Tuselos, había otra pequeña cabaña, en estado semi-ruinoso, que cobijaba el molín llamado de Trabaces. Parte del tejado había caído y bajo lo que quedaba más o menos cubierto, se conservaba una tosca moxega y las dos piedras que hacía muchos años habían dejado de moler aquel centeno y escaso trigo, del que se hacía un negro pan. Bajo éstas, el barrón del rodezno, de madera de roble, servía de sustentación al conjunto. El rudimentario guindaste soportaba la referida y deteriorada porción de louxado. Lógicamente el edificio, o su parcial conservación, se hallaba ahora, paradójicamente, sostenido por los mecanismos que en su día le tocara proteger. En la parte baja o infierno, por donde el agua volvía al cauce del río, estaba lo poco que quedaba del rodezno. Éste había perdido alguno de sus álabes que el caudal del río se había llevado. Otros, a punto de desprenderse, se conservaban gracias al sedimento de lodo y hojarasca que colmataba el recinto.

Con las precauciones que se debían seguir, se fue desmontando el conjunto desde arriba, y al final se recuperaron unos cuantos elementos de aquel vetusto molino. A continuación se trasladaron en hombros hasta Collada, gracias a la colaboración de un grupo de voluntarios vecinos de Grandas; en una operación rescate, pionera en cuanto a la importancia y su significado, pero de escaso rendimiento, en cuanto a resultados.

Hoy se halla expuesto el rodezno a la entrada del molino del Museo, en Grandas. Los desaparecidos álabes, fueron sustituidos por unos en las distintas fases de construcción. Y los que se hallaban desprendidos, porque las espigas que los fijaban al eje habían desaparecido, se conservan en la sala de molienda, con otros elementos relacionados con estos temas.

Se debe destacar en esta acción, la necesidad de aquel momento, preocupándose por componentes de un mecanismo en estado ruinoso. Veintiséis años más tarde, me parece sorprendente, casi un desatino, preocuparse por algo que el propio devenir de los tiempos, haría casi  ruina todo lo que nos rodea en las zonas rurales.
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Y hasta aquí hemos llegado con este lamento, que es –creo- testimonio de un triste pasado, al que no auguro ni siquiera una humilde ojeada de los verdugos que finiquitaron esta comarca.

Haxa salú

miércoles, 30 de abril de 2014

La radiestesista somedana


Zahorí en acción, ilustración de la obra de Pierre Le Brun, Historia crítica de las prácticas supersticiosas, 1732
Saben, no puedo dejar pasar la ocasión de hablar de zahoríes. De ese arte de radiestesia que consiste en descubrir manantiales de agua allí donde se encuentra oculta. Es un poco largo el cuento y este se remonta años atrás. Tantos como unos veinte o más.

Cuando conocí a la que hoy es mi mujer, no había en Somiedo pistas, o lo que vulgarmente llamamos ahora carreteras que sólo son pistas. Llegabas en coche a Pigüeña y no había más en todo el valle. Años después podrías acceder a  Villar de Vildas, y un poco más tarde a la Rebollada.  Poco a poco conocí estos y otros lugares que, torpemente, los fui describiendo y poco a poco vuelvo al punto de partida, que es Aguasmestas, donde empieza la historia privada de mi vida pública, y que conste que digo esto porque de no haber conocido a mi mujer en aquel entonces y descubierto estos parajes, Somiedo, posiblemente, fuera tan desconocido para mí como para cualquier mandatario de estéril despacho. Pero comencemos la historia de la geomántica zahorí, descubridora de hídricos caudales.

Un hermano de mi mujer, Pepín, es cartero del bajo río Pigüeña y del bajo río Somiedo. A medida que se jubilaron carteros, las plazas las fue distribuyendo Correos entre los que quedaban. Algo así como si en un frente de combate, cada vez que hubiera una baja, los que quedaban tuvieran que disparar los tiros del caído. Al ser esto así, ahora mi cuñado es el cartero del río de ambos valles. Aunque no le sobra tiempo, se las apaña y atiende el servicio como buen correo del zar, sin ser Strogoff, ni cruzar Siberia; aunque por lo poblada, bien podía serlo su zona.
Años antes de esta devastación de funcionarios carteriles, subí con él a la Rebollada y por aquellos caminos anduve mientras el cartero entregaba las misivas a los vecinos. Pareme yo ante una derruida casa, por mor de ciertas vigas que en ella quedaban, viendo el buen servicio que harían en el Museo que en Grandas construíamos; más desde la cocina, viome Manuela a través de la ventana. Portaba yo entonces luengas y negras barbas, que junto a la exagerada redondez de mi gran boina, parece ser me hacían sospechoso, por ello, preguntole la mujer al de la valija, quién podía ser aquel sujeto. El repartidor díjole que bien haría en guardar sus caudales, porque el misterioso individuo, podía hacer una de las suyas. Aquella abuela canguesa -que de Cangas fuera- un poco crédula, en cuanto a truculentas historias, no quedó satisfecha con la explicación e inquirió del informante más datos, hasta que éste dio cuenta de su relación de parentesco con el fulano. Así fue como al poco rato, me vi tomando un café en la Casa del Ciego.

Como Manuela quería saber todo lo relacionado con el barbudo personaje, hubo de dársele también el lugar de nacimiento. Al citar éste como Grandas dijo:
-¡Ia!, de ese pueblo era la mujer de un tío mío, ia que taba en la Argentina!
-Pues miré Usted por donde vamos a ser parientes -díjelo yo convencido- Esa, su tía política, no puede ser otra que una hermana de mi padre.
-¡Home! ¿nun será?
-Sí, sí seguro ¿Tenían una panadería?
-Sí -dijo Manuela.
-Pues entonces seguro que es una de las seis hermanas de mi antecesor; porque total con otros tres hermanos, sólo eran nueve emigrantes en la tierra del tango.

Casualidades de la vida, pero aquel natural de Limés, de la tierra de Cangas, sí resultó ser el mismo  que mi padre me había citado alguna vez.

Pero el relato que aquí comencé trataba sobre la radiestesia, ese poder de ciertas personas para descubrir manantiales. Lo paradójico es que nuestra augur, lo asociaba a un milagro de connotaciones religiosas.

En cierta ocasión en que estaban Manuela y su cuñada trabajando en una tierra, alejada del pueblo y sin ninguna fuente cercana, le dijo la por afinidad parienta:
-¡Ay! Manuela, que sed tengo
-¡Ye porque quiés! Nel picu la finca hay agua. 

Con la misma coge el montante y se pone a cavar un hoyo en el lugar que indicara. ¿Pueden Ustedes creer que salió agua? Así nos relata su hijo Agustín, y allí sigue la fuente, aunque en la actualidad está todo cubierto de artos y monte que impiden acceder a ella.

Roso de Luna, autor del relato “el Tesoro de los Lagos de Somiedo”, seguro que lamentaría no haber conocido este caso, de haber sucedido en sus tiempos.

Demos por terminado este paso por el Somiedo que es un tesoro ¡Pero apresúrense que se agota!

 Haxa salú

viernes, 28 de marzo de 2014

E ua a, Sr. Maestro



En un rincón del occidente de Asturias, no importa cual que por su forma de hablar se identifica, ocurrió hace años un hecho lamentable: el sufrimiento de un niño que debía asistir a las clases que impartía un docente castellano-parlante, leso filólogo o teniente de oído.

Aquel atribulado niño, traspasaba el umbral de la puerta de la escuela preso del más aterrador pánico. Sus vísceras daban la impresión de ahogarlo. En su cabeza aún estaba presente el dolor sordo que los nudillos del maestro, en el arte de hacer daño, le habían inferido el día anterior.

El probe Manolín creía que era normal. Él no sabía nada de coeficientes intelectuales, pero tampoco se consideraba más torpe que cualquiera de sus compañeros. Por lo tanto, no entendía como era el centro de las iras de aquel hombre, que le llamaba pícaro cuando contestaba correctamente a sus preguntas.

¿Era acaso, aquel representante de la “Cultura” oficial, un sádico que la había tomado con él?.

Sí, era cierto que se había vuelto taciturno y, a veces, se negaba a contestar. Pero, ¿no era preferible y sensato permanecer callado, que exponerse a recibir un coscorrón? Contestar suponía, cuando menos, oír unos improperios que lo vejaban ante toda la clase. ¡Qué horrible padecimiento era tragarse aquellas lágrimas, y sentir aquel nudo en la garganta que sólo cedía cuando rompía a llorar, en la soledad que le brindaba aquel prado donde pastaban sus vacas!. ¡Cuánto agravio! ¡Qué humillación ir a la escuela!.

No podía decir nada  a sus padres. Ellos creerían que intentaba eludir la asistencia a clase. Además, ¿cómo explicárselo, si sus progenitores hablaban igual que él, y si se expresaban en castellano, lo hacían mal?

¡Probe Manolín!. ¿Malditas vocales!, ¡Si eran cinco... cinco nada más, y él se las sabía todas!.

¿Por qué le llamaba taimado aquel maestro, cuando le preguntaba que letra era aquélla? Si la “a” era “a”, -¡Pero si é ua “a”, Sr. Maestro! ¿Non ve que “é ua a”?, -pensaba Manolín, para sus adentros, en el gallego de la Asturias Occidental.

¡Ah!, si Manolín se diera cuenta que aquel docente, en su prístina ignorancia, desconocía que na nosa fala se excluía la “s” del verbo y aquella “n” intervocálica del adjetivo.

¡Ay!, ¡Si lo supieras Manolín!, esa sí que iba a ser “ua” boa causa pa rirse do mestre, que te faía  chorar, porque tú, no sabías decirle en castellano: es una “a”, y por lo tanto él, en su obcecación, creía que tú le nombrabas, cada vez, cuatro vocales para acertar una.

Haxa salú y maestros observadores (por lo menos).

martes, 18 de marzo de 2014

El cuco


Un carricero alimentando una cría de cuco.


 
Una lectura sobre el cuco me inspiró lo siguiente: este pájaro tiene fama de vago en la zona rural, claro que esto no es de extrañar, pues en ella todo aquél que haga algo distinto al trabajo material lo es. Puede ser haragán el que viva de forma distinta, o su cuenta del banco no esté saneada, por eso no ve el trabajador que los principales gandules y maleantes son los propios banqueros, o propietarios de los bancos. Montan un lucrativo negocio para sin dinero ganar dinero ajeno. Estos sí se parecen al cuco, sólo que el ave no se dedica a la especulación fiduciaria y pone, al menos, el huevo, aunque siempre en nido ajeno. El banquero posee el nido y su contenido. El huevo… que le pregunten a los de las hipotecas quién lo puso.

En cierta ocasión que, como siempre en la zona rural, protagoniza el campesino, uno de ellos fue a  pedir ayuda a un cuco. Se trataba de segar las mieses; labor que hay que llevar a cabo en el momento en que el sol calienta.

El cuco, ante tal petición, le dijo:

-Si está nublado no puedo. Si calienta el sol, cucar. Así que si llueve, a tu finca iré a ayudar

El banquero es peor: te presta el paraguas si hace sol y te lo quita si llueve.

El cuco come gusanos. Los clientes de la entidad bancaria se deben tragar los fraudes que originan aquellos gusanos que no viven el campo y lo explotan.

Moraleja: Cucú, cucú, cucú

Haxa salú

martes, 11 de marzo de 2014

Los elementos



Hace tiempo deseaba escribir sobre este tema, pero un día por una cosa y otros por otra, lo iba posponiendo hasta hoy. Los elementos son algo muy serio, que no se deben aplazar porque en ello se nos va la vida.

Parece ser que los elementos químicos tienen un fundamento móvil como parte integrante de una cosa. También el aire, el agua, el fuego y la tierra simbolizan estas cuatro fuerzas. Einstein, en sus cálculos, dijo no sé qué de E=m2, pero para qué complicarnos con fórmulas, que bastante tenemos ya con lo que nos atañe en esta sociedad que, sin nosotros pedirlo, nos asignaron.

Felipe II dijo que él no enviaría su Armada Invencible a luchar contra los elementos y tenía razón. Bastante tuvieron aquellos pobres marineros con vérselas con los elementos ingleses,que los dejaron al garete. O lo que es lo mismo: a la deriva; como en la actualidad va todo en este mi país, gracias también a los “elementos”.

La tabla periódica nos asigna varios elementos. Sin embargo, en el cuerpo corporativo, o en la componenda nacional, son incontables los “elementos” que la usan en su beneficio. Por ejemplo: El Museo del Calamar Gigante de Luarca, no lo destruyó la mar. La mar estaba ahí antes que el Museo. Los embravecidos y vanidosos fueron los elementos que se empeñaron en hacerlo allí. Sí, los desaprensivos elementos que, haciendo caso omiso de las fuerzas de la Naturaleza, y en un alarde de su mal hacer, allí lo construyeron.  Poco les importaban los esfuerzos de Don Luis Laria.

¿O es que no son desaprensivos elementos los que desestiman toda lógica ordenando tarde y mal la variante de Pajares, el Hospitalón y todo ese cúmulo de errores? ¿No son elementos de cuidado aquéllos que se confabulan con un individuo apellidado Calatrava? Menudos pájaros.

¿Yo estoy castigado a seguir viendo y padeciendo a estos elementos indeseables? ¡Dios mío!  ¡Qué cruz!

Principios químicos rodeados de elementos ¡Mala hora sea aquélla en la que aparecieron!

De los elementos del Niemeyer prefiero no hablar, porque componen el mismo cuerpo.

Haxa salú.

(Lo del céntimo del combustible estaba visto que se lo guardaban)

En Grandas de Salime, a 14 de febrero de 2014.



sábado, 1 de marzo de 2014

Abstracto



Artículo publicado en La Nueva España en junio de 2005
Foto: Frontera entre galicia y Asturias. Roberto Naveiras
Hoy es uno de esos días en los que toca escribir sobre algo harto difícil. Eduardo García, redactor de este periódico, me pidió que contase algo sobre la frontera entre Galicia y Asturias. Quiero pensar que se refería al límite político, pues el natural o geográfico y cultural no existe. Y al aseverar esto, me refiero que si alguien quisiera ser compañero de viaje por la ribera del Navia, desde Grandas hasta Navia de Suarna, descubriría que tanto en las costumbres como en la lengua, las diferencias son tan imperceptibles que sólo un versado antropólogo las percibiría. Además, las caprichosas formas del trazado de la frontera política entre estas dos Comunidades, haría pensar que los accidentes orográficos son menos enrevesados que las mentes que un día dijeron lo que era Asturias o Galicia.

Si nos desplazamos aguas arriba por el embalse de Salime, a poco más de 1 kilómetro del embarcadero y 7 u 8 de Grandas, ya estamos en Galicia por la margen izquierda. La margen derecha, 1 kilómetro aproximadamente, es tierra del Principado. A partir de aquí es concejo de Negueira de Muñiz (Lugo) hasta el Puente de Boadil y Marondo. Si cruza el puente y se dirige a San Antolín de Ibias, su sorpresa será mayúscula, porque incomprensiblemente, verá como sale de Galicia y entra en Asturias entre dos pronunciadas curvas de la carretera. Pero su asombro será aun mayor si siguió remontando el Navia, pues cerca del Puente de Sena, según a que orilla mire, y alternativamente, tanto es tierra Galaica como Astur. La parroquia de los Coutos, aislada por el citado pantano, forma un condado como el de Treviño, en el territorio lucense. Pero su asturianidad esta condicionada por un chovinismo exacerbado, si alguien asociara el terruño con Galicia.

Los lóbulos del cerebro parece ser que controlan, cada uno, la parte opuesta del cuerpo. Sin embargo, los miembros de alguna corporación en vez de tenerlos cruzados, es posible que les funcionen circularmente; pues su egocentrismo asturiano los lleva a conservar nombres de calles, como avenida de Asturias, cuando sus pueblos están enclavados dentro de esa misma provincia ¿O es que acaso el centro es más Asturias?.

De todas maneras, y ya para terminar, pregúntese usted si la mayoría de los pueblos de la cuenca del Navia, sean gallegos o asturianos, tienen algún interés para los capitostes de cualquiera de las dos comunidades. Y también, si lo de ser europeo en esta ultrajada zona, no será un termino abstracto, como la propia UE. Por cierto ¿durará tres años el inconsistente euro?

Haxa salú.

En Grandas de Salime, a 16 de junio de 2005




miércoles, 5 de febrero de 2014

Los bautizos




En Grandas de salime, a 23 de junio de 1997
 


Hace unos 50 años los niños eran bautizados a los pocos días de nacer. Era tal la premura que, en algunos casos, no se esperaba ni tres días para acristianar al infeliz pagano, que nada tenía que ver con la manzana que se comiera, en cierta ocasión, la casquivana y fogosa Eva.

No estoy muy seguro, pero creo también recordar que no se ungía, con el mismo celo, a las clases más desprotegidas, aunque desprotegidos estábamos todos en mi pueblo.

Qué gran acontecimiento era, por aquel entonces, el bautizo de un niño. Controlábamos todos los partos de la Parroquia. Aunque entonces los niños  venían de Paris, en el barrio del Ferreiro, bien fuese por precocidad, bien por ser de barrio marginal, no nos creíamos la versión que nos daban nuestros mayores.

Se oficiaba el Sacramento del Bautismo, casi siempre, en semana y por la tarde, en la hora sexta, es decir, desde que el Sr. Cura dormía la siesta. Casos había, del niño rico, que era bautizado después de la dominical Misa de Doce.

Se hacía necesario conocer de antemano quién apadrinaría en la fe cristiana al infiel. Si era desprendido, y nos parecía rico, estaba asegurado el éxito del acontecimiento, pues como del cielo caídos, habría caramelos, perrones, perrinas y hasta pesetas en algunos casos.

Nos agolpábamos en derredor de la pila bautismal, de tal manera que Antón, el sacristán, también repartía coscorrones con profusión

Después de que el cura obligara al padrino a repetir los “fiden” de rigor, y que no le obligaba de palabra porque no sabía latín, pasaba a la sacristía el padre putativo en materia religiosa y moral, para firmar lo que había jurado en la jerga del oficiante.

¡Qué larga se hacía aquella espera! ¡Qué griterío a la puerta de la Iglesia!. Griterío directamente relacionado con el tamaño de la bolsa de los caramelos, siempre custodiada por algún familiar del recién acuñado cristiano. Reyertas y luchas para defender el puesto más cercano a la puerta por donde debía aparecer el padrino. Puestos defendidos con audacia y que, a veces, los frustraba éste saliendo por la puerta lateral.

Una vez que el padrino lograba calmar aquella algarabía, comenzaba a tirar los caramelos a grandes puñados. Ora a la diestra, ora a la siniestra. Aquella dulce lluvia nos hacía desplazarnos, cual alocado vendaval, delante del caprichoso repartidor de las sabrosas golosinas, perronas y pesetas “rubias".

Si el resultado de la recogida de aquel maná era satisfactorio, se daban vivas a los padrinos. Solía ocurrir, en muchos bautizos procedentes de familias muy humildes y por desgracia proliferas, que, lógicamente, no encontraban al padrino acaudalado que pudiera permitirse el dispendio carameril. Entonces, de forma despiadada e inocente, los niños coreábamos a voces: “bautizo, bautizo cagao, si cojo al niño lo tiro al tejao”. Sometíamos al más humillante bochorno a aquellas, ya de por si, atribuladas familias, cuyos hijos no traían precisamente un pan bajo el brazo.

Hubo cierto niño que por negligencia, pasó de los cinco años sin haber sido bautizado. Por su temprana edad podía creerse que su candidez y lenguaje correspondía al del inocente y tímido pagano. Cuando el párroco procedió a ungirle se sintió molesto, y al verterle agua bendita sobre su cabeza, dijo: -¡Hostia!, Sr. Cura, ¡qué fría está!

Haxa salú

Dedicado a José Luis Pascual, en compensación por el susto que pasó el día que se incendió la Colegiata de Grandas de Salime.