martes, 12 de agosto de 2014

Fetidez



Al salir de casa, el olor nauseabundo de la depuradora me recordó la conversación de dos porcinos en su cubil. Es interesante el diálogo de estos paquidermos domésticos; deberíamos aprender algo de ellos.

No sé si recordarán el extraño don que me permite oír las conversaciones de los pájaros, los árboles y, desde hace un tiempo, la de los gochos. Me asombra que no me hubiera dado cuenta a mi edad, y rodeado de semejantes, de los irracionales sonidos guturales emitidos por insensatas laringes. Pero esto debe ser normal puesto que la rutina nos convierte en tenientes de oído y esto puede ser una suerte, para que al ser algo tardo el funcionamiento de mi conducto auditivo y neuronal, no reaccione ante lo que oigo.

¡Ah!, pero otra cosa es oír a un noble irracional, que además nos proporciona jugoso y sabroso “presunto”, que diría el portugués. Lo de irracional lo digo para no ofender al pobre animal, por alusión o concomitancia en el resultado final del proceso digestivo.

Y ahora veamos. No, no veamos: leamos lo que escuché no hace mucho tiempo en una pocilga de dos untuosos gorrinos. A pesar de que se plantea un pequeño problema porque a los cerdos no se les pone nombre como a otros animales; incluidos los humanos en la subespecie de “racionales” con apelativo.

El tema surgía porque en la canicular época, los efluvios de su cochiquera se hacían insoportables. Pero para entender el coloquio recurriré al onomatopéyico ¡hof! ¡hof! porcino.

Decía medio adormilado el que llamaremos Hof-1 al Hof-2:

            -Dicen los humanos que nuestros excrementos huelen mal. ¿Será que ellos no tienen olfato para los propios?
            -Si Hof-1. Tienes razón. No sé de dónde sale ese insoportable olor que a nuestra cuadra llega.
            -¡Calla, calla! Hof-2, ya me decía un pariente, que murió por San Martín, que llevaba sufriendo la fetidez  desde hace años.
            -¿Te imaginas Hof-1, sí el olor de esta cochiquera molestara a los que comen jamón de Jabugo, la represalias que se tomarían contra nosotros?.
            -Bueno ¡oh! ¿Quién los vería colocar dispositivos desodorantes para seguir comiendo? Porque esos de represalias nada mientras engullen. ¡Y nos llaman fartones!
            -¡Qué razón tienes Hof-2! Yo tengo entendido que este hedor procede de la depuradora.
            -Seguro Hof-1. Pero observa que la de Oviedo y las de la metropolitana área que las rodea, no huelen.
            -¡No me jodas Hof-2! ¡Me vas a decir que en la capital del Principado, no huele mal, con los que son a cagarla!.
            -Sí Hof-1. Allí huele mal, pero es otra cosa, y no molesta en los despachos; porque el mal olor en la poltrona se soporta mejor.
            -¡Coño, es verdad! Aquí olía mal antes y mal sigue oliendo; pero… ¿de verdad crees, Hof-2, que cuantos más son a cagarla menos huele?
            -¡No digo eso Hof-1! lo que ocurre es que hay que guardar las formas. ¿Te imaginas que alguien llegara a la ciudad de la “cultura” y oliera mal el Piles, por ejemplo?
            -Entonces Hof-2, con eso quieres decir que si en apariencia no huele  lo demás no importa.
            -Más o menos, querido amigo. Aquí la depuradora seguirá con el característico hedor hasta que las lluvias lo remedien, como todos los años. Además aguas pluviales y fecales, para contaminar las primeras  y no depurar las segundas.
            -Pero entonces Hof-1 ¿Cuál es la diferencia entre ellos y nosotros?
            -Que entre nosotros no hay políticos para disimular los olores. ¡Por lo demás!...
            -Que incorrectos son algunos porcinos.
            ¡Déjame dormir!
            Haxa salú, a pesar de la fetidez de las tufaradas.

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