Estas patatas han sido cultivadas en
los predios del Museo de Grandas, en la finca denominada “das Hortias” que por
su orientación al naciente del sol (este), y hasta la puesta (oeste), recibe la
radiación benefactora de sus rayos.
Aunque se trata de un híbrido de
Casoa y Baloca, su exquisito sabor la distingue. Es de fácil cocción y muy harinosa.
Se recomienda, como festín de
entendidos, asada con aceite y pingo y acompañada de ternera, lacón
fresco o costilla de gocho asada (sirve también pollo). Se puede
consumir frita con huevos y chorizo. Y es un manjar, acompañada de lacón curado
cocido, lo que se denomina culinariamente cachelos con lacón.
Si no tiene tiempo para la cocina,
cuézala usted y cómala con leche fría (cachelos y leite); su fécula se
diluirá en su boca, cual flan de huevo.
Recordará su sabor en cualquiera de
las formas porque el ágape será de órdago.
Hay también un arte de cocinar este
tubérculo (después del Samartín del gocho) que consiste en cocerla en el agua
donde previamente se cocinó el botelo del porcino. Resulta una forma
peculiar de reciclar el caldo.
Es muy sabrosa en sopas de berzas,
nabizas, repollo, fréjoles, porretos,
cimos (grelos), y con bacalao (cachelos
con bacalao) se convierte en suculenta olla.
Si la corta en rodajas, después de
pelada, la fríe acompañada de cebolla y rellena sus intersticios con huevos de pitas
soltas polo prao, le saldrá a usted algo parecido a una tortilla de las que
ya ni recuerdan los más viejos.
(Nota: Sal y vino según convenga).
Haxa salú e bon
apetito.
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