martes, 28 de julio de 2009

Después de lo expuesto, largato largartón




Decía que les contaré algo que ayer día 24 de julio, me acaeció: Resulta que al volver por la tarde al Museo, vi un gato “murando”, como dicen en Somiedo, cuando éste acecha a su presa. Temí que fuera un gorrión, y como hacia éstos tengo más simpatía que los “mus muri”, corrí presto en su ayuda. ¡Cual no sería mi sorpresa al comprobar que era un asustado largatón (lagarto) el acosado! El felino había huido y llamé a Elena (mi hija política) para que viera la belleza de aquel reptil verde amarillento. El rabilargo saurio, repuesto del acoso al que estuviera sometido, buscó refugio bajo la pernera de mi pantalón y comenzó a trepar por mi pierna. Como en un acto reflejo, y en defensa de mis viejos dídimos, le impedí el paso a la altura de la rodilla, por ese honor de la integridad varonil, que podía tocarme los susodichos. Así de esta manera, Elena, se armó de cámara fotográfica y dejo constancia de lo narrado.

Siempre sentí admiración por casi todos lo seres vivos (no cito las excepciones) por lo tanto, los lagartos entran entre los respetados; aunque respetados son todos, y pudiera cometer errores durante la adolescencia. Precisamente, después de ese insensato comportamiento, había en mi centro de trabajo unos grandes largatones, en el exterior del edificio. Sólo con silbarles solían desplazarse por la repisa del muro y se acercaban a mí. Cierto día, les ofrecí un garbanzo de la comida que llevaba para el perro, y hete aquí qu e mi querido largato terminó aceptándolo. A partir de entonces, seguí dándoles de comer. Tuve la suerte de ver, después de aquello, como la hembra depositaba sus huevos en un hueco en la tierra y los tapaba. Recuerdo que mantuve un control sobre ellos y cuando eclosionaron vi sus crías.

1 comentario:

  1. ¡Menuda actividad blogera!
    Un relato entrañable. Ye lo que tien ser aldeanu. Aquí, na capital, sólo nos topamos con otru tipu de lagartonas, más peligroses si te arreen un bolsazu.
    Ahora que munchos pecadores urbanos escomencipien el Camin de Santiago, por la ruta astur, sabran lo que ye bueno de bichos. Cuando lleguen a Grandas tan derrotaos, pero tienen la suerte de tenete por ahí.
    Cuidate, Ferreiro.

    ResponderEliminar