miércoles, 12 de junio de 2013

ESPONSALES VIII “Hospicios”



Decía que si embelesado quedara con el ornamento y dosel religioso, no fue menos la fascinación ante la inclusa de los expósitos/as. ¡Quedé estupefacto! Si la catedral era espléndida, el hospicio casi competía con ella en cuanto a fulgurante.

No hace falta que explique aquí que esto que narro es real como la vida misma. Ya saben ustedes que si pudiera escribir novela lo haría, pero este no es el caso. No tengo imaginación para tanto. Si fuera como ese Carlos inglés, creo que apellidaba Dickens…...¡vaya lo que él discurría! Permítanme que les cuente:

Cuando no había casamiento y el ayuntamiento resultaba “embarazoso” porque la parte femenina era gestante, si eran de clase humilde debían hacerse cargo del pecado. La burguesía solía recurrir al orfanato, donde unas madres de grandes cofias cuidaban del fruto genético de la pareja. Se decía incluso, que los pastores (de determinadas almas) ocultaban allí sus deslices. También parece ser que los opulentos/as dejaban el producto con etiqueta, es decir, le asignaban apellidos, aunque para que nadie sospechará de su bastardo linaje, junto a su apelativo aparecía el estigma de “Espósito” ¡Menuda cruz! ¡Valía más no saber escribir! Al menos la cruz identificaba al individuo/a y no lo mancillaba su apellido.

Así que fuera capitalista o menesterosa la madre, el que pasaba por el “torno” de la inclusa salía con el baldón de ser un hijo de ……madre desnaturalizada.

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