martes, 29 de septiembre de 2009

Latín e historias de Somiedo


No suelo llamar viaje de explorador ni de turismo a mis desplazamientos a la raya de Belmonte con el concejo de Somiedo. Allí voy por una cuestión que el paso del tiempo impone a las obligaciones filiales de mi esposa y porque me gusta. Aunque en ese trascurrir de los días todo sea relativo, según José de “techada”. Es este José de Casa Alba, de Aguasmestas, un joven y optimista nonagenario, al que su edad no le impide endulzar la vida para que su nivel de diabetes se mantenga dentro de los límites aceptables; ingiere con buen apetito un buen pote, y disfruta con fruición del clarete leones. Su cabeza alberga un cerebro en el que la sinapsis neuronal sigue activa y por lo tanto sus constantes vitales son las propias de alguien que no sobrepase los 50 ó 60 años. No ha mucho decía, con sorna a sus descendientes que “había que cuidase porque tamos haciéndonos viejos”. Con José pasas el tiempo oyendo relatos de otras épocas, que él conserva puros en su memoria.

Lo cito aquí porque en estos dos concejos la gente y las costumbres se irán con ellos, y esos signos de decrepitud manifiesta.

Hace una temporada paré en Pigüeña a charlar con Luís López y su esposa Servanda. Allí fue contándome ese ex-ganadero-agricultor-hostelero-chigrero-transportista, los múltiples avatares por los que pasó su padre Antonio y su socio José López para mantener activa la Fábrica de Pigüeña. Era esta fábrica una “planta” para producir energía eléctrica. Contaba la pequeña central también con un molino, y estuvo activa hasta la década de los 60. Hoy, dice Luís que sus ruinas simbolizan lo que será Somiedo dentro de20 años.
Durante el diálogo, Servanda, me dice sí quiero ver un mureiro o moreiro que hiciera Paco el de Corés. Nunca había oído ese nombre, pero aquello me sonaba a latín. Efectivamente, era derivada la palabra de la vieja lengua romana, Mus, muris, raíz de ratón, por lo tanto mureiro debía ser la trampa para cazarlo; que en Grandas llamamos rateira. Dicen también que el gato ta murando cuado éste acecha el ratón pa cazalo. Sí no hubiera sido el hecho que en el Museo de mi pueblo, ya hay algunos artilugios de este tipo, a este matrimonio le iba a resultar difícil conservar su mureiro.

Sigo camino y en Corés, paso a saludar a Benino, otro locuaz personaje que muy bien puede pisar su sombra. Socarronamente, desgrana historias de autoría desconocida. Dice que un vecino, compara a los buenos políticos con los ranchinos o bracos; que son la cría de los porcinos. Éstos, como todos sabemos, goran o gruñen mientras no cogen una teta; después de asida se acaba la protesta.

Pero en somiedo, como decía, se conserva todo muy bien. Tanto es así que en casa Rafael, de Pineda, hay un pisón de escanda un tanto peculiar. La muela volandera, se le hace girar mediante un cigüeñal que se acciona a mano. Es tan vetusto el artilugio, o su sistema, que en el siglo XVI Juanelo Turriano ya lo describe. Este ingeniero italiano que trabajó en la corte de Felipe II, y debió de perder el croquis en esta montañosa zona somedana. El molín de Rafael y el mureiro de Luís, casi que taban bien nel museo de Somiedo, para que no corran la misma suerte que la Fábrica de luz.

Como dicen los somedanos: esto tá cazano , si el cocido o pote tiene poca grasa o patatas. Así que dejemos el tema por si tiene poca gracia.

Haxa salú, aunque esté grevio (poco molido o basto)

martes, 22 de septiembre de 2009

Cuento de un garbanzo. (Dedicado a Eolo)

Había una vez un hombre que desde niño le adornaba un grano su nariz. El grano era tan grande, al parecer como un garbanzo. Aquel defecto, o natural verruga, le sirvió para que le asignaran el mote de “Garbanzo”(1). Él, con mucha dignidad llevaba su alias o remoquete. Un día en el senado de aquel país, quiso un senador desprestigiarlo; pero no por el grano sino porque era de origen aldeano. Los senadores en aquel tiempo, despreciaban todo lo que venía del medio rural (2).

El caso es que aquel togado –creo que romano. Díjole: ¿Pero Garbanzo, quién es tu padre? –Recordándole su indigna procedencia rustica- Y contestole el Garbanzo: “Permítame Usted, senador, que por delicadeza no le haga la misma pregunta. Como sabe Usted, su madre ha hecho de esa interrogante algo extremadamente delicado”

Haxa salú

(1) Cicerón, en latín
(2) Hoy, también, muchos gobernantes desprecian el medio del que con seguridad, hasta por herencia, proceden.

Las palabras y los euros se los lleva el viento ¡Oh, Eolo! ¡Cuánto “bastardo” en contra de lo rural! Sí, con ínfulas de mayestático poder se burlan de nosotros. Al menos así lo creen.

Cultura

¿Qué es la cultura? Sencillamente cultivo. Pero hablemos de erudición, o su equivalente: ¿sabio, docto, culto, ilustrado, instruido, leído…? y de lo contrario: inculto, ignorante y más o menos la más media ¡Ah! ¿Pero qué me dicen Ustedes de inteligente? Sí, esa capacidad de entender y comprender. Es igual: no digan nada.

El erudito, esa persona instruida en las ciencias, artes y algunas que otras naderías. O el erudito a “la violeta”, que sólo tiene ese tinte superficial de la ciencia o el arte por lo tanto ni sabe que no sabe.

Hoy, día anterior al día de San Mateo, recoge la prensa escrita una gran noticia: “Mil molinos en el horizonte del occidente asturiano”.

¿Por qué comienzo un escrito… un escrito al revés? Inviértase el texto y quedan contestadas las preguntas y justificada la instrucción y cultura a la violeta. ¿O será que saben, y como saben, llenan los bolsillos crematíscamente hablando?

¡Eolo…..Eolo! Castígalos, aunque en la expiación me arrastres. ¡Ya poco importa!

Haxa salú

¡Ah! Pero aún hay más: Hoy San Mateo, cuelgan “pendientes” hipotéticos billetes de euros en sus palas, para satisfacción de envilecidos corregidorcillos.




sábado, 19 de septiembre de 2009

Hovos y sapos

Este título sugiere algo muy distinto a cojinetes, que por concomitancia con aquellas frases populares repetíamos como aciertos, cuando sólo eran vulgarismos. Una de éstas era la que decía que “bombín es a bombón, como cojín es a X”. Quiero decir que los nombres que reciben n´a fala d´aiquí, objetos y oraciones gramaticales, poco tienen en común con la traducción al castellano, aunque el gallego sea la raíz de este último.

Pero bueno, no es cuestión ahora de filología, porque aunque la regla de tres sea directa, es indirectamente inversa al asunto que nos ocupa.

¿Qué es hovo y que es sapo, si incluso ambos son la misma cosa? Aunque parezca un juego de palabras así es, pues ambos son una cosa u otra según el lugar que ocupen en el mecanismo del molino. Y de molinos va el tema, porque de sus cojinetes o quicios de éstos, trataremos para que gire. Para dar vueltas la muela y no sacar de quicio el argumento, y sí, que el quicial, sea el giro que abra la ventana, que de luz al hermafroditismo funcional del hovo que es sapo o el sapo que es hovo.

Lógicamente cuando comencé a instalar el Museo recogí materiales o fondos de todo tipo. Si bien es cierto que muchos años antes ya había recuperado algunos. Sin embargo respecto a cojinetes de molino no había tenido la suerte de dar con ellos. Esto es posible que fuera debido a que su uso aún seguía activo. El caso es que a partir de 1983, los encontré de todo tipo, como verán Ustedes. Pero centremos la atención en qué consisten, para a través de su función identificarlos, por su nombre y por la materia de la que están compuestos.

Hovo, sapo, peón y peonera, aguillón y porca; o también buxa y rangua, son los nombres que recibe en la fala occidental, en asturiano y en gallego.

Por su naturaleza o material del que están hechos haremos tres grupos: Líticos, bronce y acero.

Así que ahora vayamos al lugar y función que ocupan en el molino.

El rodezno o rodicio que mueve la muela de este milenario artefacto es impulsado por el agua. Se apoya para su giro en ese cojinete ya mencionado, compuesto por esas partes que reciben los nombres citados. Para entender esos nombres debemos trasladarnos en el tiempo, porque si no carece de sentido el significado.

Sin la más mínima duda los primeros molinos de agua giraron sobre cojinetes de piedra. He aquí que para lograr ese movimiento se recurrió a un pequeño canto rodado de río parecido a un huevo que gira sobre el sapo. El sapo, en gallego, es una pequeña concavidad en una piedra que está alojada en el travesaño (ponte) que sustenta el eje vertical del rodezno y la muela. El material, por regla general cuarcítico (ferreal), resiste la fricción porque lo lubrifica y refrigera el agua que salpican los alabes o pelas del mecanismo hidráulico. En este caso los dos elementos son independientes y no existe esa conjunción o esa dualidad de función que citábamos al principio y que da lugar a confusión. Pero veamos la causa:

Cuando es usado el bronce para este fin, surgen cojinetes de diversas formas. Entre éstos aparecen dados y conos. Se ve que en algún momento un hábil ferreiro se le ocurrió combinar ambas y así logró que el cojinete sirviera para dos funciones en sus posiciones distintas cada uno: dos como hovo y cuatro como sapo. Por lo tanto, ese sencillo y andrógino diseño permitió al molinero disponer de doce posiciones para que su arcaico rodezno girara por un tiempo, que no se puede precisar son exactitud.

Los de acero imitan a éstos, pero se ve que no eran tan eficientes, a juzgar por lo limitado de su uso. Y ya para dar así por terminado el tema, digamos que el nombre de buxa, viene de peón o peonza que es el nombre en gallego recibe este juguete, fabricado con madera de boxe (boj). La rangua, que como se deduce es el sapo o porca, nadie me informó de dónde deriva este nombre: por lo tanto dejémoslo como una curiosidad no recogida en ningún tratado de etnografía.

Hace tres años en Santa Lucía, Gran Canaria, en las II Jornadas de Observación y Gestión de Patrimonio, fui a visitar a un gran amigo y consumado artista en cuanto a la elaboración de cestería con enea, paja de centeno y corteza de zarza. Allí Dn. Juan Ramírez, me mostró su pequeño museo y su arte en el oficio. Pero mi sorpresa fue grande cuando descubrí que usaba para compactar las fibras vegetales del fondo de sus taños y balayos, un cojinete de molino, de bronce en forma de cruz. Al ver que me interesaba por él me lo regaló. Lo llamativo de este diseño, hizo que en el aeropuerto me consideraran, en el control, miembro o mosén de alguna extraña religión. Como pueden ver en la fotografía la conjunción del sapo (dado) y la cruz, sobre la peana que imita la muela se han convertido en alegoría o símbolo del molino. Al fin y al cabo, misticismo o culto a comer pan en tiempos pretéritos.

Considero oportuno citar aquí un famoso fundidor de hovos y sapos natural de Vegadeo, que era conocido por el apodo de Fernando el “dos potes”, porque este hombre tenía una fundición en esa localidad en la que fabricaba potes e incluso reformaba motores de gasolina a gasoil. También conocí a Cesar, de Sarceda, Santalla de Oscos, que fue un consumado fundidor. En Grandas de Salime, hubo dos molineros que fundían los cojinetes para sus ingenios de molienda: Severo, del Mazo y Jesús Carvajal, de Aviñola. De este último es posible que un día narre su inquietud por la electricidad y el comienzo de fabricación de una dinamo.

Haxa salú.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Sanidad y huevos

Hay ocasiones en que el título surge del texto, en otras es éste el que da lugar al relato; bien porque sea el propio cuento, o que por una cuestión semántica se transforma en testicular el tema. De todas maneras no se imaginan cuánto siento no poder explicarlo.

Hace pocos días me comentaba un hostelero (jubilado) que no se sabe a dónde quieren llegar con ciertas normas, dirigidas a mantenernos sanos, que nos pueden convertir en hipocondríacos, neuróticos, y que sólo creamos en los establecimientos, en los cuales haya pasado la inspección colegiada. Verán:

El personal adscrito a la cocina de un restaurante (sea fonda o similar) no puede yantar en la misma. Por lo tanto jamar o manducar se hará en otra dependencia. (Higiene personal no se inspecciona). Los huevos serán de gallina; si forman parte de la receta culinaria. Se entiende por huevos, aquellos que el ovezuelo de la ovípara ave, está controlado por sanidad. Aves campesinas que pululan por prados y devoran insectos no controlados por el organismo competente, deben abstenerse de poner. O deponer y apartar éstos de la cocina de la fonda para ser destruidos, (no batidos para tortilla, ni otros usos). El ave de corral hacinada en granjas ¡comiendo sabe Dios qué pienso! no importa: ¡está autorizada!, ¡La gripe aviar y salmonelosis es por las cabronas pitas sueltas!...

Esto creo que es injusto ¡Hombre!. A las fondas de pueblo está mal tocarles los huevos. Puedes enfadar a los propietarios, y después claro! Pasa lo que pasa. Por esta razón pagó las consecuencias el vendedor de boletos de la ONCE; pues el ventero, retirado forzoso de su actividad, dijo a este portador de los “rasca”: se los compro todos, “si me los rasca”. Lógicamente el del cupón no quiso.

¡¡Por libertario e hipocondríaco, me niego a comer huevos de gallináceas aves cautivas! ¡Vivan los huevos libres!, libres de salmonela.

Podía rascármelos también el que juzgó los 260 Km/h. A mí la papeleta de 83 Km/h. me costo veinticuatro mil pesetas ¡sin matar a nadie!

Haxa salú. Paraíso Natural sin huevos y por huevos.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Jamugas

Realmente debe llamársele jamugas aunque no exista el plural, porque es un sólo artilugio. Por cierto éste, y de los cuales hay cuatro en el Museo Etnográfico (diversidad), tiene una pequeña historia. Claro que en éste, todos sus fondos nos cuentan algo. Debe ser algo así como el animismo o el poder del objeto, en cuanto a su pasado. Suelo repetir bastantes veces esto, por lo tanto dejémoslo así.

Según ese Diccionario, que dije poseer, del año 1912, vean que curiosa definición nos da del utensilio (es la misma que en la actualidad) en la fala de esta terra se le llaman jamuas ou xamuas.

Jamugas. Femenino ¿plural? Silla de tijera, con patas curvas y correones para apoyar espalda, y brazos, que se coloca sobre el aparejo de las caballerías para montar cómodamente a mujeriegas.

Como se puede ver en la fotografía, esta explicación no se ajusta a la realidad. Posiblemente por una confusión, en la que se mezcla la silla articulada o de tijera, con asiento de cuero o terciopelo; que también recibe el mismo nombre.

Les aseguro que mi sedente figura reposa sobre una de éstas; con respaldo de terciopelo doble y asiento del mismo material; reforzada su parte inferior con bandas de arpillera. Maticemos que se debe tener en cuenta, al referirse a “montar mujeriegas”, (citadas hasta por Cervantes) que éstas no son otras que aquellas mujeres débiles, a las que resultaba difícil mantenerse en la montura. También se las cita para aquellos casos en que la emperifollada dama viajaba a la romería u otro lugar. Es por esto por lo que considero oportuno describir aquí el útil usado para este menester, y su “breve” historia.

Esta xamua, en madera de nogal lleva como base dos maderas curvadas sobre las que asientan los soportes del respaldo y unidas entre sí por dos travesaños. Éstos, en su parte central, tienen los alojamientos por las que puede pasar una correa o cincha para fijar el conjunto a la albarda de la montura. El respaldo es curvo y está rematado en los extremos por unas sierpes o cabezas de dragón, en las que aparecen sus dentaduras pintadas de blanco, y las comisuras y bordes de las bocas de rojo, como imitación a sangre. El travesaño delantero dispone de dos alojamientos más para suspender sobre ellos unas correas que hacen de soporte de una tabla horizontal donde apoyaba los pies la inestable amazona.

Esta jamua, además de esa utilización, para la que fue fabricada, tiene respecto al Museo, otras connotaciones. Su significado en el mismo, está ligada a un alto cargo cultural. Por circunstancias que ahora sería largo de explicar suelo repetir que en este Centro, ningún cargo político empleó dinero efectivo de su cartera. Quiere decir esto que el coste económico o inversión oficial procede de los caudales públicos: por lo tanto es de todos los asturianos (de los fondos que lo forman ya hablaremos); sin embargo, hay alguna excepción: la xamua, y aquéllos que están ligados o los que fueron o son políticos eventuales, -que en este caso la xamua es asiento simbólico de su donante, si un día se cae de la burra- Pero demos veraz noticia de su adquisición. Cuando descubrí, hace varios años, en el pueblo de Argul, Pesoz, esta interesante pieza, intenté comprársela al que por entonces era propietario, creo que por indiviso, de la misma. Su coste podía ser en aquel entonces, desproporcionado, o así lo consideré y se lo hice saber a Dn. Manuel Fernández de la Cera, Consejero de Cultura y Deportes, pensando en que este Organismo abonara su importe. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando Dn. Manuel sacó su cartera y me entregó 10.000 pesetas, y me dijo que la pagaba él de su bolsillo! Así fue como esta compra se llevó acabo. Por lo tanto, démosle aquí las gracias al benefactor, al margen de los múltiples reproches, de los que se hizo merecedor. Nobleza obliga.

Haxa salú


Pandemia

Hoy como es una sugestiva fecha, en cuanto a que se repiten los nueves; como los chinos lo consideran un número de suerte, escribo aunque no vaya a decir gran cosa. Pero al igual que los que gobiernan y nos asustan con hipotéticas pandemias universales para desviar la atención de otros temas que nos preocupan más, y los callan, haré o practicaré la misma táctica. Sólo que en este caso irá acompañado de pruebas de cierta manipulación, que se hace al consumidor de panfletos.

Papel cuché o revista, que se titula EURASTUR, que edita el Gobierno del Principado de Asturias, desde la Presidencia del Principado. Consta de 32 páginas, y por lo tanto en ellas se escribe de todo. Quiero decir que no hay espacios en blanco. Pero para asombro de Vs. Ms, diré que no existe una sola firma en ninguno de los artículos o crónicas de autocomplacencia.

Y pensar que estoy en contra de los “anónimos” ¡y son constitucionales! ¡¿Pandemia administrativa o publicidad?!

Haxa salú