sábado, 19 de septiembre de 2009

Hovos y sapos

Este título sugiere algo muy distinto a cojinetes, que por concomitancia con aquellas frases populares repetíamos como aciertos, cuando sólo eran vulgarismos. Una de éstas era la que decía que “bombín es a bombón, como cojín es a X”. Quiero decir que los nombres que reciben n´a fala d´aiquí, objetos y oraciones gramaticales, poco tienen en común con la traducción al castellano, aunque el gallego sea la raíz de este último.

Pero bueno, no es cuestión ahora de filología, porque aunque la regla de tres sea directa, es indirectamente inversa al asunto que nos ocupa.

¿Qué es hovo y que es sapo, si incluso ambos son la misma cosa? Aunque parezca un juego de palabras así es, pues ambos son una cosa u otra según el lugar que ocupen en el mecanismo del molino. Y de molinos va el tema, porque de sus cojinetes o quicios de éstos, trataremos para que gire. Para dar vueltas la muela y no sacar de quicio el argumento, y sí, que el quicial, sea el giro que abra la ventana, que de luz al hermafroditismo funcional del hovo que es sapo o el sapo que es hovo.

Lógicamente cuando comencé a instalar el Museo recogí materiales o fondos de todo tipo. Si bien es cierto que muchos años antes ya había recuperado algunos. Sin embargo respecto a cojinetes de molino no había tenido la suerte de dar con ellos. Esto es posible que fuera debido a que su uso aún seguía activo. El caso es que a partir de 1983, los encontré de todo tipo, como verán Ustedes. Pero centremos la atención en qué consisten, para a través de su función identificarlos, por su nombre y por la materia de la que están compuestos.

Hovo, sapo, peón y peonera, aguillón y porca; o también buxa y rangua, son los nombres que recibe en la fala occidental, en asturiano y en gallego.

Por su naturaleza o material del que están hechos haremos tres grupos: Líticos, bronce y acero.

Así que ahora vayamos al lugar y función que ocupan en el molino.

El rodezno o rodicio que mueve la muela de este milenario artefacto es impulsado por el agua. Se apoya para su giro en ese cojinete ya mencionado, compuesto por esas partes que reciben los nombres citados. Para entender esos nombres debemos trasladarnos en el tiempo, porque si no carece de sentido el significado.

Sin la más mínima duda los primeros molinos de agua giraron sobre cojinetes de piedra. He aquí que para lograr ese movimiento se recurrió a un pequeño canto rodado de río parecido a un huevo que gira sobre el sapo. El sapo, en gallego, es una pequeña concavidad en una piedra que está alojada en el travesaño (ponte) que sustenta el eje vertical del rodezno y la muela. El material, por regla general cuarcítico (ferreal), resiste la fricción porque lo lubrifica y refrigera el agua que salpican los alabes o pelas del mecanismo hidráulico. En este caso los dos elementos son independientes y no existe esa conjunción o esa dualidad de función que citábamos al principio y que da lugar a confusión. Pero veamos la causa:

Cuando es usado el bronce para este fin, surgen cojinetes de diversas formas. Entre éstos aparecen dados y conos. Se ve que en algún momento un hábil ferreiro se le ocurrió combinar ambas y así logró que el cojinete sirviera para dos funciones en sus posiciones distintas cada uno: dos como hovo y cuatro como sapo. Por lo tanto, ese sencillo y andrógino diseño permitió al molinero disponer de doce posiciones para que su arcaico rodezno girara por un tiempo, que no se puede precisar son exactitud.

Los de acero imitan a éstos, pero se ve que no eran tan eficientes, a juzgar por lo limitado de su uso. Y ya para dar así por terminado el tema, digamos que el nombre de buxa, viene de peón o peonza que es el nombre en gallego recibe este juguete, fabricado con madera de boxe (boj). La rangua, que como se deduce es el sapo o porca, nadie me informó de dónde deriva este nombre: por lo tanto dejémoslo como una curiosidad no recogida en ningún tratado de etnografía.

Hace tres años en Santa Lucía, Gran Canaria, en las II Jornadas de Observación y Gestión de Patrimonio, fui a visitar a un gran amigo y consumado artista en cuanto a la elaboración de cestería con enea, paja de centeno y corteza de zarza. Allí Dn. Juan Ramírez, me mostró su pequeño museo y su arte en el oficio. Pero mi sorpresa fue grande cuando descubrí que usaba para compactar las fibras vegetales del fondo de sus taños y balayos, un cojinete de molino, de bronce en forma de cruz. Al ver que me interesaba por él me lo regaló. Lo llamativo de este diseño, hizo que en el aeropuerto me consideraran, en el control, miembro o mosén de alguna extraña religión. Como pueden ver en la fotografía la conjunción del sapo (dado) y la cruz, sobre la peana que imita la muela se han convertido en alegoría o símbolo del molino. Al fin y al cabo, misticismo o culto a comer pan en tiempos pretéritos.

Considero oportuno citar aquí un famoso fundidor de hovos y sapos natural de Vegadeo, que era conocido por el apodo de Fernando el “dos potes”, porque este hombre tenía una fundición en esa localidad en la que fabricaba potes e incluso reformaba motores de gasolina a gasoil. También conocí a Cesar, de Sarceda, Santalla de Oscos, que fue un consumado fundidor. En Grandas de Salime, hubo dos molineros que fundían los cojinetes para sus ingenios de molienda: Severo, del Mazo y Jesús Carvajal, de Aviñola. De este último es posible que un día narre su inquietud por la electricidad y el comienzo de fabricación de una dinamo.

Haxa salú.

4 comentarios:

  1. ¡Dios! ¿Cómo hago para ponerme al día con todas las entradas que me perdí...!
    La verdad es que en la explicación filológica me perdí un poco (¿Será porque soy de ciencias?).
    ¡Qué interesante me resulta el trabajo que usted hace! ¡Con la riqueza cultural que hay en Asturias!
    Por cierto: lo del cojinete en el aeropuerto, es una más de las anécdotas imberosimiles de los aeropuertos

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  2. En esta crónica di un dato que no se corresponde con la realidad. Decía que Fernando, conocido como "Fernandín dos potes" de a Veiga (Vegadeo), además e fundir hovos, reformaba motores de gasolina a gasoil. Esto no es así; porque el que en realidad hacía ese cambio era Victor, en su taller en esa localidad. Puede contarse de este gran mecánico que fabricaba también degranadoras o malladoras de cereal, tomando como modelos, los de fabricación industrial, y adaptando los cilindros con sus estriados y cojinetes a sus máquinas; los demás componenetes eran de elaboración artesanal.
    Disculpen este lapsus neuronal.
    Haxa salú

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  3. PUES YO TUVE MUCHO TIEMPO DOS RANGUAS Y DOS DADOS SIN SABER LO Q ERAN Y YA SE LO Q SON POR UN AMIGO ETNOGRAFO

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