martes, 22 de septiembre de 2009

Cuento de un garbanzo. (Dedicado a Eolo)

Había una vez un hombre que desde niño le adornaba un grano su nariz. El grano era tan grande, al parecer como un garbanzo. Aquel defecto, o natural verruga, le sirvió para que le asignaran el mote de “Garbanzo”(1). Él, con mucha dignidad llevaba su alias o remoquete. Un día en el senado de aquel país, quiso un senador desprestigiarlo; pero no por el grano sino porque era de origen aldeano. Los senadores en aquel tiempo, despreciaban todo lo que venía del medio rural (2).

El caso es que aquel togado –creo que romano. Díjole: ¿Pero Garbanzo, quién es tu padre? –Recordándole su indigna procedencia rustica- Y contestole el Garbanzo: “Permítame Usted, senador, que por delicadeza no le haga la misma pregunta. Como sabe Usted, su madre ha hecho de esa interrogante algo extremadamente delicado”

Haxa salú

(1) Cicerón, en latín
(2) Hoy, también, muchos gobernantes desprecian el medio del que con seguridad, hasta por herencia, proceden.

Las palabras y los euros se los lleva el viento ¡Oh, Eolo! ¡Cuánto “bastardo” en contra de lo rural! Sí, con ínfulas de mayestático poder se burlan de nosotros. Al menos así lo creen.

3 comentarios:

  1. Fué una respuesta inteligente. Yo le hubiera dicho directamente, sin sutilezas, de que tipo de madre era hijo...
    Una, que es una urbanita de orígen astur-minero y ruso-campesino, creo que a pesar de la valía cultural y económica de la España rural no se puede tampoco negar el atraso en el que aún viven, la desaptación a los tiempos que corren
    Besines

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  2. Me ha pillado espesa compañero. Hilas fino para tan alta madrugada .~)

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  3. Nos ha encantado el cuento. Lo hemos subido a nuestra página de la Biblioteca. Espero que no te moleste

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