Más allá de la política están las personas, y este punto de encuentro entre amigos de distinto signo político siempre ha respetado las ideas de unos y otros. Vuestros esfuerzos a lo largo de estos meses han sido un constante soporte para mi y mi familia. Amigos que me habéis honrado con vuestra confianza, y que habéis dado muchas batallas publicas y privadas denunciando la situación que se ha vivido alrededor de un Museo, que os pertenece. Hoy se ha conocido mi afiliación a Foro Asturias. Pero sigo siendo el mismo Pepe que se siente muy orgulloso de que personas de distintos signos políticos hayan dado la cara por él. A todos ellos, un gran abrazo. Espero que entiendan este paso como una decisión personal que no puede negar lo que nos une. Siempre he creído que hay que comprometerse. Y, a mis años, no voy a cambiar.
Por último, decir a todos que luche siempre por Asturias y no quiero ver como se sigue deteriorando.
Haxa salú
Blog personal de José María Naveiras Escanlar, fundador del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, Asturias, (España)
miércoles, 16 de febrero de 2011
martes, 5 de octubre de 2010
El Bao
Digamos toda la verdad sobre este conflictivo punto de la carretera 634, a su paso por el lugar, que sirve para que los mentirosos políticos que gobiernan Asturias, nos engañen como si todos los asturianos del Occidente fuéramos ilusos. Esta puede ser sólo mi verdad, pero lo que sí puedo decir es que fue la que vi el domingo in situ.
Miren Ustedes: el río Barayo, en las proximidades de la obstrucción, provocada al parecer por ramas y piedras, discurre bajo dos puentes. El primero (según un informante) data del Siglo XV ó XVI. Poco importa este dato porque al fin y al cabo lo que se pretende decir es que jamás provocó una inundación desde que fue construido. El segundo, bajo la vieja carretera, gracias al cielo no fue proyectado por los actuales “genios” trevínicos; que mal haya hora dirige un “buen-día”. Conclusión: un puente de 500 años; el segundo más de siglo y medio. Ahí siguen para dar una lección de cómo hacer bien las cosas; y al menos si esto no lo entienden, para que se hagan humildes nuestros falaces e hipócritas gobernantes.
Y ahora nombres: Sr. Trevín, Sr. Buendía ¿Quieren Ustedes que un ferreiro les diga cómo se soluciona el problema, y entre los tres hagamos un puente? Bueno, entre los tres, cinco canteros, ocho peones, un delineante y un ingeniero. Con esto no es que bajen mucho las cifras del paro pero el puente lo hacemos. Ah, otra cosa: como es natural se necesita un encargado. Me ofrezco yo porque Ustedes no tienen ni idea. Además no vaya a ser que se enchufen ya, antes de empezar la obra.
Y ahora la mendacidad con la que pretende embaucarnos esa Administración Regional: la Reserva Natural de Barayo está limitada por el mar y la carretera donde los ineficaces ojos de paso de agua provocaron la inundación del Bao. ¡así que ese embuste no cuela! Los ecologistas, que Ustedes Señores del mal hacer, usan de escudo, no impiden que se haga de nuevo el puente en esa recién estrenada vía, que por cierto no duró quince años. Claro que la desgracia podían haberla empeorado: dejar el “embalse” y restablecer el paso con una barcaza de orilla a orilla. Como en el embalse de Salime. En éste cubrieron cinco puentes y sólo reconstruyeron uno. ¡Dios mío que chusma debemos soportar! ¡Y que a esto le llamen democracia, cuando el pueblo nada pinta y sólo le queda aguantar estoicamente a los engreídos! O diremos que los sátrapas gobiernan con astucia e inteligencia; y que son unos déspotas que aprovechan, en su beneficio, el poder.
Otra cosa más: el día de autos nos reunimos allí unas doscientas personas, en un manifestación sin incidentes, excepto que un agente de la Guardia Civil, máquina en ristre, nos fotografió uno a uno, como en los viejos tiempos del franquismo, que tomaban la filiación a todo aquél que pudiera ser un elemento subversivo. A los únicos que no fotografiaron fue a alcaldes de la comarca; pues no estaban presentes ninguno de ellos. Después de aquel reivindicativo, y de justicia, acto de atención hacia ese problema, cierto alcalde declaró en la Nueva España, que él no acudió por considerarlo un hecho político. ¡Es una lástima que el ahora edil, corregidor e histrión alcalde no recuerde cuando se subía a las chimeneas por un caso menos grave!.
Pero sigamos con más denuncias: El Palacio de Lienes en Armental, Navia fue declarado Bien de Interés Cultural, el 12 de abril de 1995, siendo presidente del Principado el Sr. Trevín Lomban, y con el informe favorable de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Universidad de Oviedo. Así mismo, el Castro que bordea la montaña, por cierto, catalogado e inventariado por Cultura, junto con el Palacio, forman un conjunto que será, al parecer, afectado por las excavaciones del trazado de la vía del ferrocarril que llegará a la Papelera. Así que, una cacicada más, envuelta entre papeles y pasta se cargan lo que se declaró de interés o un conjunto histórico, y aquí no pasó nada.
Haxa salú para poder resistir a los caciques o déspotas oligarcas.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Escrúpulos y adarmes
Miren Ustedes por donde hechos acaecidos hace muchos años vuelven a tomar o ser noticia en la actualidad. Corría el año 1863 y al Ministerio encargado de los asuntos de pesas y medidas le pareció oportuno adoptar el Sistema Métrico Decimal, que en otros países de Europa iba a regir en breve. Lógicamente, los ingleses que son muy suyos, no quisieron saber nada y conservaron sus medidas; medidas que los salvan de la mediocridad imperante por haber tomado “medidas”. El adocenamiento se refiere a nosotros por tomar medidas equivocadas. Ya verán.
Como aquí andábamos cada cual con sus pesos nos hacían las libras y los billetes los ingleses. Para lo demás, nos arreglábamos con la vara. Sí porque hasta con la “vara” se tomaban medidas de espalda en las fiestas. Había también leguas que tenían pies, varas y tercias. Esto quiere decir que según se terciaba era más larga o más corta. Como la fanega, que podía ser costal; y la fanega gallega, más grande en el este que en el oeste; sin embargo, en Grandas era menos que en Lugo. Así que con este lío alguien se dijo: hagamos un sistema que sirva para afanar igual, aunque en Castilla cosechen más trigo. En fin, que el “escrúpulo” era insensible y junto con el adarme sólo serviría para dejarlos de recuerdo en los ayuntamientos. El “escrúpulo” allí quedó como testigo, como medida de peso (24 grs.) y el “adarme”, que es el de tres tomines o porción mínima de una cosa, quedaron como prueba de lo que sólo se podría estafar en los organismos (según Ley). Esto como cualquiera puede ver, no servía para nada. ¡Y claro, nadie quería ser Alcalde! Entonces (forzoso) el Gobernador los nombraba a dedo; como ahora otros altos cargos.
Pero hete aquí que se fueron perdiendo los “escrúpulos”. Se perdieron de arriba abajo. El esmero, la pulcritud, la honorabilidad, la ética fue sustituida por la falta de “escrupulosidad” y así llegamos hasta hoy que está en su punto más álgido, en el que se compite por ser más sinvergüenza, por falta de las medidas de “peso”.
Ya ven que no hace falta leer entre líneas.
¿Acaso tendrá alguna relación esto con mi destitución hace ocho meses? ¿No quedará ningún escrúpulo en la Consejería de Cultura? ¡Qué país!
Haxa salú.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Colaboración de Gonzalo Morís en el Libro de Fiestas de Arroes 2010
Pepe el Ferreiro y el Museo de Grandas de Salime.
Por Gonzalo Morís
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Este año mi colaboración con el libro de las fiestaspatronales de Arroes quiero que esté dedicada a comentar algunas ideas sobre un personaje destacado de nuestra Cultura popular, como es José Naveiras,“Pepe el Ferreiro”, un buen amigo, creador y máximo impulsor del Museo Etnográfico de Grandas de Salime y que el día 26 de Enero de 2010 fue cesado y apartado de la dirección de su Museo por el Consorcio que lo gestiona, con una decisión injustificada que sorprendió a un gran número de asturianos, y que ha motivado un sentimiento de incredulidad no solo entre los habitantes de la zona occidental, sino entre todos aquellos conocedores de las instalaciones del Museo que dirigía “El Ferreiro” desde su creación.
Con este escrito pretendo mostrarle mi reconocimiento personal y un pequeño homenaje a este hombre que tanto ha hecho por nuestra cultura popular, dedicando una gran parte de su vida a restaurar, recuperar y exponer todos esos objetos y artefactos arcaicos que nos han legado nuestros antepasados, así algún día nuestros descendientes podrán entender como era la forma de vida de sus tatarabuelos.
Para mi personalmente el MUSEO ETNOGRAFICO DE GRANDAS DE SALIME representa algo muy especial, lo conozco desde hace mas de veinticinco años y lo seguí muy de cerca, lo vi nacer, crecer y aumentar día a día y nunca pude imaginar que iba a tener que verlo pasar por momentos como los de este último año.
El Museo Etnográfico de Grandas de Salime fue fundado en el año1983 sobre la base de la colección particular de José Mª Naveiras Escanlar, que con su trabajo e ilusión ha materializado el museo más entrañable e importante de Asturias y uno de los mas destacados museos etnográficos de todo el país. Un museo vivo y dinámico cuya alma era su fundador. Nadie que conozca Grandas y su museo puede imaginarse el museo sin el Ferreiro. Es como si fuera él mismo otra pieza del museo, una pieza fundamental. Se puede decir que no tenía horarios para trabajar en el museo, que vivía prácticamente en el museo y para el museo, desde el mismo momento de su fundación y desde mucho antes, cuando recorría las casas y los pueblos buscando piezas para exponerla en unos locales que todavía ni siquiera existían. Tras ocupar durante años los bajos del Ayuntamiento, en 1989, la colección se traslada a su actual ubicación y el Museo inicia, bajo la dirección de su creador, un fructífero período de crecimiento y consolidación.
“El Ferreiro” está considerado como una autoridad en etnografía y tradiciones asturianas, una persona preocupada por la cultura y costumbres de Asturias, que ha empleado su vida en cuerpo y alma para conseguir recopilar una de las colecciones etnográficas más grandes e importantes de Europa, piezas que forman la colección que se expone en el Museo. Consiguió con poca ayuda y apenas medios, y con muchas incomprensiones ampliar y convertir la antigua Casa Rectoral de la pequeña villa occidental de Grandas de Salime, en toda una institución etnográfica, que hoy es referente para múltiples iniciativas de este tipo que se llevan a cabo en toda España.
En el Museo de Grandas, que numerosas y diversas voces reclaman que sea llamado el museo de Pepe el Ferreiro, funciona todo, entrar allí es como realizar un viaje al pasado. La cocina o llar y el horno se encendían y se cocina en ellos los platos tradicionales y en su cainzo se ahumaban los productos de la matanza. El Llagar y la prensa son reales y operativos, producen mosto que es fermentado en la bodega. Los molinos muelen el maíz y el trigo delante de los visitantes, el botiquín podría usarse sin más y las navajas de la barbería sólo necesitan la mano de un experto para dejar afeitado al más barbudo. La escuela parece dispuesta para empezar la clase en cualquier momento y que los pupitres están esperando ser ocupados por los nenos y nenas de antaño. La sastrería está tal como hace años la había dejado el sastre que la regentaba, lo mismo que el puesto del zapatero.
A mediados de agosto se hacia la trilla del trigo en la era, como se hacía hace unos cuantos años. Se trataba por tanto de un museo vivo, no de un museo virtual ni simbólico. En él todo es de verdad y todo es real. Cuando el visitante entra en la tienda museo, le parece que puede comprar cualquiera de las cosas expuestas en las estanterías o pedir un vaso de vino en la barra de la tienda- bar, cosas todas ellas factibles, pues todo está en activo y nada ha muerto, la historia sólo se ha parado para que penetremos en ella y disfrutemos del pasado desde el presente. Pepe Ferreiro no se imaginaba nunca el museo de otra manera.
Traigo aquí algunas reflexiones escritas por El Ferreiro de lo que el consideraba que debía ser un museo de las costumbre populares. “¿Qué es un museo etnográfico más que una recreación (no virtual) de unas formas de vida tradicionales? ¿Acaso no era el conjunto familiar una unidad de producción en el medio rural? Por lo tanto, éste ¿no debe reflejar fielmente esa realidad con todos sus medios? ¿O es que podemos, por una cuestión de estética trasnochada, prescindir de aquella cabaña ganadera, que era el sustento, junto con los productos agrícolas, de esa familia troncal? ¿Cree alguien que se puede hacer una obra de teatro sin actores?.”
“¿El molino, no era también ese mecanismo donde se muele el grano para más tarde hacer pan? ¿Debe ser estático?. El carpintero en su taller, ¿no hacía todos aquellos trabajos relacionados con la madera, que demandaba su clientela? ¿dicen algo sus inactivas herramientas en la deshabitada carpintería?”
“Ah! Y el ferreiro, que me atañe directamente, ¿Cuenta algo al visitante el inexistente crepitar del fuego en la fragua; o el sonido del yunque sobre el que se forja el hierro? ¿Y la tertulia de parroquianos puede ser evocada en los días de nieve, en una fría forxa, en la que los útiles, colocados en absurdos paneles, nos recuerdan que eran manejados con destreza por un fornido ferreiro?”
“En la bodega, si no se cuida el detalle de derramar algo de aguardiente por el suelo, pierde ese olor característico el local. Como se comprenderá fácilmente, los aromas forman parte, en un museo, de esas sensaciones que el visitante percibe; donde hasta una telaraña tiene significado, porque ésta es la red donde atrapa su propietaria la mosca y otros insectos. Al ser esto así, ¿por qué no elaborar vino y destilar de su orujo “aguardiente d´a terra” para que esa sensación sea natural y real?”.
“Además, vuelvo a repetir: un museo etnográfico es sólo el reflejo de unas formas de vida, en las que el ciclo anual es la imagen actual de tiempos pretéritos.”
Esto es lo que siempre pensó Pepe que debia ser su Museo y que nunca fue entendido por la administración, pero las mas de 22.000 visitas que año tras año pasaban por sus salas prueban lo acertado que estaba esta concepción de Museo de creador. No olvidemos que era con diferencia el museo etnográfico mas visitado , premiado y reconocido de nuestra comunidad.
En cualquier otro Museo dedicado a las Costumbres populares se suele sentir la frialdad de la añoranza y el recuerdo que nos trae una colección mas o menos numerosa de piezas y objetos colgados o colocados en vitrinas, en cambio en el Museo de Grandas con Pepe y su equipo de personas, era un museo que podíamos denominar de los sentidos pues se podían percibir los mas diversos olores, como los del vino elaborado en la bodega, del humo de la fragua, el del pan cocido en el horno, el de los chorizos ahumados en el cainzo, etc. Se podían tocar los objetos expuestos y sentir al tacto la textura de las maderas, de las telas tejidas en el telar. También se podían oír los más diversos sonidos de sus molinos, del martillo en la fragua, del torno de madera debajo del hórreo. Todas las piezas se podían ver sin ningún tipo de dificultad en espacios perfectamente ambientados y que parecía que estaban habitados y en uso. Por último en ciertas ocasiones el visitante podía también desarrollar el sentido del gusto, catando el vino de la bodega, los productos de la matanza, el sabor del pan amasado en la masera y cocido en el horno. En fin un autentico y extraordinario museo de las costumbres en el cual te sentías transportado a lugares y tiempos pasados.
Por todo esto no es de extrañar que desde su cese, Pepe haya recibido un masivo e incondicional apoyo popular de sus vecinos y conocidos. Nunca antes un hecho cultural, había provocado una respuesta semejante en Asturias, que se pude cifrar en más de 15.000 firmas a su favor entregadas en el Principado. La respuesta del mundo cultural ha sido unánime: profesores universitarios, técnicos culturales y directores de museos de toda la Península han manifestado de modo expreso y público su desacuerdo con las decisiones adoptadas, poniendo de manifiesto la relevancia que para la etnografía y la cultura popular tiene la obra de José Mª Naveiras.
A todo esto hay que sumar las numerosas contribuciones de periodistas, articulistas y colaboradores de la prensa regional que han manifestado en sus respectivos espacios su descontento con la medida y su estupor ante el modo en que se ha llevado a cabo.
Para terminar el 31 de enero de 2010 se constituyó en Grandas de Salime la Plataforma de apoyo a Pepe El Ferreiro, que en la actualidad cuenta con mas de 150 asociaciones culturales de toda Asturias y mas de 9700 amigos en la plataforma social de Facebook, esta plataforma señalaba en el comunicado que siguió a su constitución como objetivos los siguientes: Mostrar públicamente su reconocimiento a la intachable labor humana de Pepe El Ferreiro al frente del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, para la dignificación del medio rural y la cultura de los pueblos y la creación de tejido social en nuestra región.
Reprobar la decisión del Consorcio para la Gestión del Museo de Grandas del cese a D. José Mª Naveiras Escanlar “Pepe el Ferreiro” como director del mismo.
Solicitar al Consorcio para la Gestión del Museo de Grandas de Salime la readmisión de Pepe en su cargo de director y que el Museo pase a denominarse: Museo Etnografico de Grandas de Salime “Pepe el Ferreiro”.
La expresión HAXA SALÚ, con la que Pepe El Ferreiro siempre despide sus escritos, se convierte de forma espontánea en el lema de una reivindicación que une a ciudadanos de toda procedencia, condición social, económica e ideológica.
Solo que queda desear lo mejor para Pepe y su familia. ¡HAXA SALU!
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viernes, 17 de septiembre de 2010
Razón de Contrapeso
Es cierto que nadie se puede bañar dos veces en el mismo río. Pero ayer descubrí algunos motivos más para añadir a que el río nunca es el mismo. En el mes de junio de este año, hubo una gran riada.
El lecho de río Pigüeña quedó limpio; su fondo aparecía, después de esa avenida, blanco, impoluto. Era una satisfacción volver a verlo como lo había conocido. Aunque como dije en un principio un río nunca es el mismo. Esta observación que aquí expongo, está fundada en que ahora, en el mes de septiembre, su fondo se halla oscurecido por las algas. Este limo que va ennegreciendo las piedras y poco a poco le hace mostrar el color de un río al que han sido secuestradas sus aguas, en beneficio de una central Hidroeléctrica. Pero hay algo más que el temporal aprovechamiento de este recurso hídrico, que el propio tiempo Universal corregirá cambiando hasta su cauce porque nada es perenne en el ciclo astronómico de este planeta Tierra. En fin, que un motivo tuvo que haber para que a un ferreiro sin más, le diera por hacer una aseveración físico-filosófica. Pero además hay observaciones que hacen pensar si atiendes a los detalles que el medio como siempre, nos brinda.
Al intentar recuperar el local que fue forxa de mi padre, para hacer en ella algún trabajo que me permitiera ocupar mi tiempo libre, fue necesario colocar al barquín (fuelle) un contrapeso que equilibrara la palanca que lo acciona y permitiera al cuerpo de aspiración volver a su posición inicial de trabajo. Este contrapeso, no en todos los casos era de piedra, sin embargo, desde un principio quise que así fuera. Para ello comencé a buscar en el citado río un canto rodado que reuniera las condiciones de peso, y al mismo tiempo fuera estéticamente bonito. Aunque en el río todas las cuarcíticas piedras tienen su peculiaridad. Después de mucho buscar y rechazar aquéllas que no me parecían adecuadas, saqué cinco o seis y las cargué en el coche para trasladarlas a Grandas de Salime. Paseé por la orilla y los pedregales de lo que fue un caudaloso río, y estuve sentado sobre uno de estos pulidos pedernales. El murmullo de las aguas llevó mi imaginación hacia esa realidad de que las aguas se desplazan de forma continua cambiando de río. Pero cuál no sería mi asombro al darme cuenta que sus piedras también se mueven y desgastan. Su fondo no es constante. La riada había movido y desplazado posiblemente muchas de ellas. Así uno y otros razonamientos, que sí pensamos en los cambios que se operaran en un sólo siglo es realmente asombroso. Los humeiros (alisos) que en la actualidad crecen en las someras aguas, estarán muertos en ese espacio de tiempo: sus resecas maderas y añosos troncos viajarán corriente abajo en busca de la mar que los engullirá o serán sólo sedimento en la vega de San Esteban de Pravia. Pero si el tiempo lo consideramos en millones de años, esa piedra que sostuvo mi sedente figura será un pequeño grano de arena o incluso una molécula de fino lodo en lo que también es posible, pierda su nombre de ría porque sólo será una vasta extensión de tierra donde antes hubo un hermoso pueblo.
Qué fácil soñar que todo es perenne, cuando todo es nada y sólo nuestra embotada mente cree que nada cambia, que todo es una constante, y no nos damos cuenta que hasta los árboles giran por ese tropismo que les da vida. Conozco un vetusto tronco de castaño, de algo más de un metro de diámetro, que poco le faltó para dar casi dos vueltas. Es posible que alcanzara la vejez con más de trescientos años. Pero lo llamativo es que alguien varexará (vareará) sus castañas hacia el este y aquellas ramas estuvieran tiempo atrás en dirección norte.
Tempos fugit, que nos privas de nuestro río y de la vida.
Haxa salú.
domingo, 5 de septiembre de 2010
Furador

Creo adecuado dar el nombre que corresponde en castellano puesto que furador se aplica a diversos útiles en la fragua de un ferreiro, para afuracar o hacer huecos o agujeros de distintos tamaños y formas. Por lo tanto éste, al que nos referimos hoy, es una pequeña barrena para taladrar madera, al que también podríamos denominar como sonda, porque de eso se trata: hacer una prospección en un árbol para conocer su naturaleza interior. Sin embargo, Usted se preguntará qué necesidad hay de recurrir a este artilugio, si la materia que compone al vegetal la conoceremos por la forma de sus hojas, corteza, frutos etc. Siga Usted leyendo y
verá cómo la picaresca humana es infinita.
Hace bastantes años, este bastón, parecido a un estoque para defensa personal, era usado por algunos maderistas que recorrían pueblos y montes comprando maderas de distintas especies. Lógicamente, por esta zona, predominan los castañeiros (castaños), carballos (robles), algún que otro padrairo (arce) bidueiras (abedules) freixos (fresnos), fallas (hallas) y, curiosamente, unos veinte ejemplares de piñeiros (pinos piñoneros). Claro que también había otros árboles que por se frutales, no los consideraremos como maderables, aunque el cereixal (cerezo) se vendía después de viejo como madera. Pero entre éstos, la que nos merece especial atención por ser el caso que nos ocupa el furador, es la noceira (nogal). Estas maderas eran muy apreciadas para muebles, culatas de armas por su ligereza y resistencia, además de su destacado papel en el taraceado y talla. Dijimos éstas porque el nogal lo había blanco y negro. El negro era y es, muy

apreciado por lo tanto, hete aquí que la función del furador prestaba un gran servicio; claro que sólo se lo hacía al maderista, porque el propietario del árbol ignoraba que el astuto industrial había pasado, en algún momento al pie de su enigmática noceira, y con sigilo había desentrañado el secreto de su negro duramen. Conocida la naturaleza y calidad del árbol, éste hacia que el interés por su adquisición fuera mayor, pero no al alza en cuanto al precio. Digamos que si no había trato, se podía pasar la noticia a otro maderista, para que adquiriera el preciado vegetal devaluando la oferta del dueño del bastón furador y así demostrar que el noble nogal no valía más. El hueco del horadado no afectaba su tronco porque para algo estaba la pericia del experto cirujano practicando la biopsia al sano y negro productor de nueces y negra madera para el taraceado que antes citábamos.
El crecimiento del nogal suele ser rápido, si el terreno tiene buenos nutrientes. De todas manetas para que un ejemplar alcanzara un buen porte y fuera de “los negros” solía tener casi un siglo, he aquí la escasez de éstos.
Había en cierta ocasión un industrial maderero, del que omitiremos el nombre por razones obvias, que adquirió un monte de castaños próximos a un prado, al fondo del cual crecieran tres nogales portentosos. En el importe de la compra se habían incluido aquellos árboles por los que había pagado otro precio, y nada ocurrió hasta que estos fueron “baltados”, “tronzados”, “tumbados” o “talados”. El primero era blanco, el segundo -comprobó asombrado el maderista- que era un ejemplar negro, en el que un delgada capa de albura circundaba un enorme tronco negro como azabache. Esperó a que los operarios incidieran con el tronzador, aquel ser vivo que seguía en pie, y cual no sería su sorpresa al comprobar que de aquel corte salía un oscuro serrín, que no dejaba lugar a la duda. Sin esperar a que terminaran de cortarlo, se fue a buscar al propietario de la finca y cuando regresó con él, le dijo:
-¡Mira tú que mala suerte , con lo que yo te pagué estos árboles y van a salir inservible! ¡¿A quién voy a vender esta madera pasada, que no vale ni pa mangar navallas?! Home, parez mentira pa ti!
-¡Home! ¡Parez mentira!¡Conmigo nadie perdió nunca nada! -Dijo el propietario de la finca- Eso arreglase fácil! Págame éste que ta bien y los otros nun te cuestan nada.
-Ya sabía yo que no era problema por eso fui a buscarte. Gracias –dijo el avispado maderista-
miércoles, 18 de agosto de 2010
Ferias de Maestros
Hace ya más de medio siglo había por costumbre en algunos pueblos o villas acudir a sus ferias o mercados, porque allí se reunían los maestros que se dedicaban a dar clase a los niños en las aldeas sin escuela. Éstos eran contratados según su valía o conocimientos, que tenían reconocidos por fama o por su larga experiencia. Lógicamente, aquellos más preparados cobraban más y no podían ser convenidos sus honorarios por aquellas aldeas que no reunían la suficiente pecunia para mejorar la calidad de la enseñanza, de aquella caterva que en el invierno acudía a la escuela, puesto que el resto del año ayudaba a las faenas agrícolas.
Eran estos maestros personas instruidas y con un gran saber popular, gracias a las cuales se enseñaba a leer, escribir, las cuatro reglas, historia, etcétera. Estaban también aquellos maestros que fueran represaliados después de la Guerra Civil y daban clases, incluso, durante todo el año, de forma un tanto anónima y consentida.
Fue una lástima que hayan desaparecido, tanto unos como otros; así como las escuelas que tanto costó construir, y aquellas del franquismo que provocaron el éxodo del los pueblos y el empobrecimiento cultural de los que en el campo se quedaron. Claro que un pueblo necio e inculto es más manejable. Pero esto no es todo, si comparamos aquellas «oposiciones» de la feria con el momento actual, que no opta a los mejores para cubrir la plaza de un museo cualquiera, en el que el saber popular es imprescindible.
Claro que ni yo sé casi nada y además soy un modesto diletante en materia de etnografía; el entusiasmo, a veces, me desbordaba.
Y veamos: la cocina en un museo está ligada y cohesionada con la nutrición de los miembros de la casa. Comemos los alimentos, cocinados o no, al margen del menaje que exista en la cocina, porque éstos nos sirvieron de medio para prepararlos y eran un referente que evolucionó con pocos cambios, al igual que los guisos. Por lo tanto, su estudio merece la misma atención que la olla, porque antropológicamente es un aspecto más del devenir biológico del hombre.
En el Museo Etnográfico de Grandas de Salime se tenían en cuenta estos aspectos, por eso, en él aparecen también piezas como el bacín, el dompedro, el perico, la bacinilla, la letrina o el retrete, porque comer conduce a excretar lo comido, que como dijo Quevedo: «Caga el rey, el cura y el Papa y sin cagar nadie pasa». Así que nadie se extrañe de que en dicho lugar se traten temas ligados entre sí, que otros ignoran y creen que están dirigiendo un museo. Por eso es conveniente explicarlo aquí, para que se sepa que si los fragmentos de la Campa de Torres estuvieran restaurados, no habría lugar para confundir una vasija para el «garun» con un canto rodado.
Como decía, en el museo se cocinaba, naturalmente. Se mataba el cerdo, se hacían los «roxoes» o fiesta de la matanza. Se cocían los cachelos con tocino, androlla, chorizo y se comía el botelo. Se hacía buen pan, igual se asaba un cordero que un cochinillo. Se celebraba la fiesta de Carnaval haciendo fillolos en la cocina. A estas celebraciones hay que añadir las fiestas del Santo Antón de Xaneiro y la de San Juan. Pero poco hacía falta para que surgieran otras, si un amigo aportaba las viandas y el vino para el ágape. En definitiva, eran actividades tan propias del Museo como hacer una tortilla con los huevos que ponían nuestras gallinas.
La actividad del Museo era tan natural que incluso pretendí recuperar la cocina tradicional. La cocina tal como cocinaban nuestras madres y abuelas, en las que no faltarían los ricos potajes, la carne asada con patatas, el arroz o las patatas con bacalao; además de aquellos suculentos y sencillos postres. La recuperación de la cultura tradicional, que es estrictamente aquella que surgió del desarrollo diario de toda actividad, no tiene que estar ligada a nuevos conceptos teóricos por una falta de visión personal o, lo que puede ser peor, caer en manos de engreídos burócratas con algo que manipular en las costumbres populares.
Y ahora sólo diré algo más: que los maledicientes dejen la estupidez aparcada cuando alguien, sin autoridad, les asigne un puesto, y sin meditar caen en el error de criticar las actuaciones de los demás porque no entienden nada.
Haxa salú.
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