sábado, 26 de diciembre de 2009

Retrete

Julio del 1997
Hoy, el escatológico título, por su relación con las deposiciones, deyecciones o excrementos, (que los médicos llaman escíbalo, cuando la masa fecal se presenta dura y seca); que además tienen otro nombre que Ustedes y yo sabemos, le hará pensar que por ahí va el tema. Sin embargo, no haga ningún mohín, que pudiendo ser, de todo es bueno saber. Y si no, deje el periódico, o el artículo, para cuando vaya al escusado.

Si conoce el Museo de Grandas sabe que aquí tratamos de recuperar todo aquello, que en tiempos no muy lejanos, fue una forma de vida. Por lo tanto, esa dependencia de la casa, llamada retrete, cuarto escusado, servicio, letrina o water-closet, -porque lo inglés suena culto y más fino- recientemente se incorporó a esta casa

. También sabrá que este Museo, se haya ubicado en la que fue la casa del cura.

Desde el año 1942, vivió Dn. Antonio Valledor, párroco de esta villa, en esta desvencijada vivienda. Este erudito y rechoncho sacerdote, dedicó su vida al culto y a la lectura. Su intelecto le aislaba de lo que podían ser comodidades, o necesidades elementales, excepto la de comer, pues fue un autentico tragaldabas. No le preocupaba reposar sus más de 130 Kg. en la tabla con tronera de la que estaba formado el asiento, para adoptar la sedente figura, que lo aliviaba fisiológicamente. Por desagracia, aquel retrete se había deteriorado totalmente, y el arquitecto encargado de la restauración del edificio, no entendió o no quiso dejar, al menos, el local acondicionado para que pudiera instalarse, de nuevo el retrete, y en su lugar quedo emplazado un tubo de PVC, como si de un inodoro moderno se tratara.

Aún en la década de los setenta, pocas viviendas contaban en esta zona con ese higiénico cuarto. Puede parecer tercermundista, pero así era. En las que lo había, consistía en una pequeña dependencia, al final de un pasillo; o en un corredor en el exterior donde se colocaba un asiento al que se le practicaba un agujero semi-elíptico en comunicación con la cuadra, o con un compartimento, en el que se ponía paja o cualquier otra materia vegetal. Era necesario retirar periódicamente, el estiércol que se acumulaba en aquellas letrinas.

El que se instaló en le Museo, tiene incorporado unos cómodos apoyabrazos. En una de las visitas que realicé al Museo de Balen-Berg, en Suiza, pude comprobar como ya, en el siglo XIX, solucionaban el problema de los purines y detritus humanos, recogiendo éstos en grandes toneles de madera, instalados en unos robustos carros, construidos para ese fin. Con estas cubas, se trasladaba aquel abono orgánico a las tierras, y era usado como fertilizante; lógicamente antes de la siembra.

Haxa salú para que nuestras necesidades fisiológicas -sean de carácter superior o inferior- nos proporcionen la satisfacción, y el cálido placer del buen defecar, o la placentera micción.

23 de diciembre de 2009

Sigamos 12 años después con la descripción.

Como entonces se dejó el asunto tratado, sin entrar a describir otros utensilios utilizados para el fin que nos ocupa, citémoslos ahora para que sean conocidos.

Al igual que la rara circunstancia que hubiera esos cuartos escusados en las casa, también eran desconocidos otros asientos equipados para tal fin. Puede añadirse que al orinal, bacinilla, bacín, perico, tito, beque, dompedro, dondiego y en definitiva todos estos útiles con distintos nombres, podían ser extraños en muchos hogares de la zona rural. No digamos nada de los denominados “dompedro” porque éstos sólo estaban asociados a las clases acomodadas; o lo que es lo mismo: la burguesía. Pero de las circunstancias de ciertas pasadas costumbres que pueden llamar nuestra atención, creo que se debe citar aquellos defecatorios colectivos, que datan ya de época anterior a los romanos y perduraron hasta casi el siglo XIX. Consistían en letrinas o cuartos escusados, provistos de un largo asiento con varios huecos desde los que se defecaba. Esta social costumbre permitía seguir el tema iniciado en la mesa, sin que la necesidad fisiológica lo aplazara o decayera su interés. En la actualidad es posible que prestaran un gran servicio a la afición futbolera.

Comencé el tema citando a Cervantes y ahora vuelvo a recurrir a él para dar sentido a la etimología de algunos nombres. Nos habla Dn. Quijote de la vasija de servidor al que llama perico. Parece ser que en las posadas, si se pedía “servicio”, te facilitaban el bacín o perico, que era usado para las deposiciones mayores. Con el fin de que no quedara el mal olor en el aposento, éste era retirado por el servidor. Es fácil deducir que ricos asientos, tapizados de cuero e incluso de terciopelo, figuraran entre el mobiliario, -tal y como los que hoy forman parte de os fondos del Museo- a los que sólo era necesario aportar el receptáculo de los excrementos. Creo que así resulte fácil deducir que “dompedro” derive del susodicho “perico”.

El bloguero que pidió hiciera un comentario de ese tema, solicitaba que recurriera al sarcasmo de Quevedo para desarrollarlo; por lo tanto recurro a él, y sea pues de norabuena, que el autor del Buscón, cargue con los “palominos” que manchen el texto, y allá él si hiede.

Siempre observé que los servicios de señoras, en los establecimientos públicos, están limpios. No es que yo los use, pero a veces su situación permite, de soslayo, echar una ojeada a esos recintos. Sin embargo los de caballeros son inmundas letrinas en muchos casos. Allí algunos desaprensivos se comportan tan incívicamente, que para colmo dejan huellas de todo tipo. Por regla general, denotan su poca educación en los escritos; donde el lenguaje soez y el mensaje caligráfico, reflejan la catadura del amanuense personaje. Pero no es de estos grotescos escritos, de lo que a fe mía y por honor, dejaré aquí constancia. Sólo doy noticia porque son otra deprimente muestra de la baja estofa, que pulula en una sociedad cada vez más inculta.

El estilo fino y culto de Quevedo y Cervantes, no llegó a las masas populares. Cuando se plasmaba o relataba alguna de sus historias, eran relatos que la transmisión oral fuera deformando, por eso es fácil entender que frases o versos escritos en los lugares citados, fueran o parecieran ingeniosos. Me refiero a aquéllos anteriores a 40 ó 50 años. Es más, si en algún momento se pudieron considerar vulgares, nunca lo fueron tanto como en la actualidad.

He aquí algunos de aquéllos:

“Lo que se compra en la plaza y se guisa en la cocina
Viene al fin a parar a esta …oficina.”

“En este lugar de la casa frío y mal oliente,
empuja el más cobarde y se ca… el más valiente”

“Ca… el cura, ca… el Papa
y sin ca… nadie pasa”

Bueno, pues nada más. Después de esta muestra de ingenio popular, que algunos tímidos poetas, sólo se atreven a mostrar en lo que es fácil, sea su único lugar de inspiración.

Haxa salú

1- Retrete del Museo
2- Inodoro y bacinillas
3- Dompedro ¿perico?
4- Es posible se tratase de un improvisado dompedro para un enfermo.
5- Bacinilla, bacín, orinal…

2 comentarios:

  1. Le diré, Don Ferreiro, que yo que tengo el estómago acostumbrado (bien traído en este caso) a todo tipo de temas, no me esperaba que hablara de cosas como estas en "fechas tan señaladas", o igual está bien traído dadas las comilonas que la crisis no nos ha impedido disfrutar, aunque hable de estas cosas en plena ex casa del párroco (Dios sabrá disculparlo)
    Esto que cuenta de los años 70, me recuerda a una más que recomendable película "Un franco catorce pesetas" que habla de la inmigración española al norte de Europa durante los años 60. En ella uno de los protagonistas preguntaba en el cuarto de baño "¿Para que sirve este papel (por el higiénico)" "Para limpiarce el culo" , le responde el compañero "Entonces, aquí ¿Para que usan el papel de periódico?", fue la respuesta del que estaba sentado en el vater. Yo, al principio, lo tomé como un permiso artístico-humorístico del director de la peli, pero parece que no, que se desconocían esos elementales productos de higiene
    (Antes por demasiado poco, ahora por demasiado mucho)
    Felicidades y que estas fiestas no le provoque estreñimiento

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  2. Pues muchas gracias por atender la petición.
    Todavía queda alguna casa por aquí sin váter. Y también sin luz. Eso sí, esta tierra pródiga alumbra generosamente a los pseudoecologistas y a los antiecologistas de las urbes por igual. Gracias nos debieran dar por saber cuándo acaban de limpiarse el cú.

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