martes, 1 de diciembre de 2009

Permanente

Este título puede conducir al error. Nada permanece, todo muta, nada es constante. Sólo en la adolescencia y en a juventud nos parece que todo es estático, que no se mueve, y eso lo convierte en perenne. Sin embargo, en la vejez se perciben esos cambios, esas mutaciones, como si fuera la metamorfosis de aquello que nos rodea y no captábamos. Creo que sólo el otoño, con la caída de la hoja, nos hace conscientes de esos cambios. Y aún así, el paso del tiempo nos muestra que el tronco del árbol ha cambiado. El tropismo que obliga a la planta a seguir al sol, la transforma, y sólo lo percibimos cuando las estaciones de nuestra vida, ya trascurrida, nos lo muestran. Algo parecido a intentar ver el movimiento de las agujas del reloj, que inexorablemente se mueven (a pesar que el tiempo no existe)

Bueno amigos: hasta aquí llegué para decir que la senectud hace mella. Mella, en el físico y en la mente, como no podía ser de otra forma, la transforma neurona tras neurona. Quiero decir que va quitando esquirlas; fragmentos tan grandes de esta grasienta materia, que se le olvida lo que realmente quería contar. Por lo tanto, describamos lo que es Permanente. Aunque como soy consciente de la extensión excesiva que aquí se hizo de lo pasajero, dejaremos para mañana la Permanente.

Haxa salú.

1 comentario:

  1. Bien dices, pero también la juventud mella a uno. Menos por las ansias reproductoras, tan deficiente ha de ser la amorfa materia gris de un verraco inundado de testosterona como la apergaminada de un vieyo, digo yo, vaya, que hablo por hablar ya que no tengo materia gris

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