Dicen que tras la tormenta viene
la calma. Es posible que así sea en este bogar por la vida, pero también se
dice: remar, remar pa morrer na aurela;
que significa la lucha diaria que nos conduce al fin.
En esos batacazos que nos depara
la embravecida y procelosa existencia, debe aferrarse uno fuertemente a la
cubierta de la embarcación, pues sino los golpes de los “caprichosos
elementos”, terminarán convirtiéndonos en náufragos indefensos, mientras la ola
que nos desplazó sólo es pasajera, o suele serlo, a pesar del golpe que nos
propina.
En el año 2012 comencé una nueva
travesía. La reparada embarcación, abrigada en puerto, repuso víveres y con
ímpetu zarpó rumbo a conocidos mares. Los “océanos de la Etnografía”, por los
que en otras ocasiones navegara, tanto de día como de noche. Aquella
experiencia sirvió para ir anotando en el cuaderno de bitácora las vivencias de
un viaje arriesgado pero apasionante.
Ahora que debo ir por la página
1200 de mis agendas, compruebo en ese “ver sentir y oír” de la historia del
Museo Etnográfico de Grandas, que mereció la pena aguantar los “elementos”.
Feliz día de los Museos, y haxa salú, que fame nun faltará.
Gracias Pepe por habernos dado un museo. Aunque en los ultimos momentos de la travesia el fuerte oleaje habia escorado la nave y hasta los cuadernos de bitácora parecian tragados por el oceano .... ahora veo que se han recuperado y los tienes secando. Un abrazo
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