martes, 12 de enero de 2010

Campanada

Dos metales como el cobre y el estaño, cuando están aleados en la proporción adecuada, pueden producir una entrañable sonoridad, que según las circunstancias, puede alegrar o acongojar nuestro ánimo. El toque festivo de la campana en la enhiesta torre del templo, contagia entusiasmo, alegría e invita al jolgorio. Sin embargo, el toque a rebato de esos bronces, nos aterrorizará porque algo grave ocurre en la aldea: un peligro inminente, o la casa de un vecino que es pasto de las llamas. Pero también, y para más dolor, nos anunciará su tañido, que alguien exhaló su último aliento. Por ese doblar de campañas, sabíamos si el deceso había ocurrido en el pueblo, en la parroquia, o si era hombre o mujer. Aquel lamento, producido por el badajo, al golpear en el borde de la campana del tann… y el tonn…. sostenidos, quedaban en su tañer, como sonido de diapasón, que hasta su última y casi inaudible nota, nos daba la triste noticia. Hoy ya no queda en los pueblos ese sacristán que nos comunique, a través del repicar: vida festiva, desgracia o muerte. Sin embargo, sí nos llega la estridencia de aquel que convierte sus acciones y lenguaje en badajo, que da la campanada, con el único fin de hacer oír su vanidosa conducta. Así, desde las altas torres de la jurisprudencia, con insensato criterio, un juez de meliflua o aflautada voz, hace sonar el gong; no para administrar justicia por los muertos, por los que en su día no se tañeron las campanas; sino para que se revuelvan los restos, que reposan en anónimas tumbas. Toque a rebato, para afligir aun más, aquéllos que se les quema el corazón llorando, en silencio, por sus antepasados.

Que Dios le perdone Señoría, y que los finados descansen en paz.

Haxa salú

Las agendas

Siguiendo la búsqueda de temas entre todas estas libretas de apuntes, me encontré con unos, creo interesantes, sobre útiles, por lo que los iré publicando en el Blog. Interesantes los considero, pero si no es así díganmelo. Son de la misma agenda de 2006; pero hay como 35 de diversos años. No quiere decir que sea todo de interés. Lo dicho: juzguen Vs. Ms.

Haxa salú

viernes, 8 de enero de 2010

Hacer cruces

Cuando algo causaba nuestro asombro, afligía nuestro ánimo o simplemente era noticia poco común o nos sorprendía, solíamos decir que hacíamos cruces. "Hacer cruces" era santiguarse, e iba acompañada la acción de interjecciones tales como ¡lévete Xudas! ¡arrenego del demo! ¡nunca outra tal vin! ¡oh virgen! ¡vaya cuadro! ¡métevos medo! ¡québrenche os ollos! ¡xa me dirás tú! Y así alguna más que se le ocurría al oyente del portento o fenómeno, que a veces no era tal. Pero viene a cuento aquí por mor de ese paso de la sombra al sol y viceversa.

Como siempre, diré que hace algo más de medio siglo las cosas eran muy distintas. Eran diferentes porque desde que anochecía, y en esas oscuras y lóbregas noches invernales, casi no se veía nada. Era necesario vislumbrar y otear, en la penumbra los detalles que nos hacían conocido un lugar para seguir avanzando. En muchos casos, caminabas por intuición, y de esta manera evitabas incluso aquellos embarrados charcos que tenías controlados en las calles o caminos de tu pueblo. Esto no siempre se cumplía y a veces eran tus zapatos los que chapoteaban en él dándonos la noticia de su ubicación. Cuando calzabas las galochas (madreñas) no tenía importancia el incidente, pero ¡los zapatos de los domingos y el bajo del pantalón del traje! eran otra cosa. Estos avatares eran subsanables haciendo el recorrido hacia mi casa por la carretera desde la villa hasta el marginal barrio del Ferreiro. Pero era un recorrido más largo y el vendaval azota con furia en el invierno en ese lugar; así que, a correr el riesgo desde la casa de Juan, hasta la “rampla”, y después secarse los zapatos en el horno de la cocina de leña.

Aunque el pueblo resulte desconocido para Usted, hágase una composición del lugar como lo hacíamos los viandantes en la oscura noche y asócielo con la falta de luz en los comentarios anteriores. Precisamente, dando concordancia y afinidad a las explicaciones y la cruz de los pobres, digamos que la concatenación, viene de esas penurias, que nos tocó a los que ahora somos viejos vivir. Porque verá Usted: este es el país de los excesos; o de los extremos: o nada o mucho.

Haxa salú

A cruz de os probes

Al citar "a cruz de os probes" no me refiero aquí a la penuria que arrastra el mendigo o el probe “d´po las portas”, como eran conocido el necesitado indigente en esta comarca. Ni tampoco a los que sin necesidad de ser mendicantes, estamos en ese grupo de los que con poco nos vamos arreglando. Y cuando aquí se dice exiguo, es comparándolo con lo que ganan aquéllos, que con nuestro salario anual, no les alcanzaría para un día en la suite del lujoso hotel.

No amigos. Aquí la cruz de los pobres es algo material. Es la cruz de madera que había en las aldeas que prestaba un servicio a la equidad. La igualdad a todos los vecinos, para que la caridad fuera impartida con justicia. Y la verdad es que parece mentira que lo que debiera ser altruismo o generosidad, tuviera que ser regulado por un símbolo de la religión católica, para evitar que los que más tenían, se escabulleran del compromiso. Y aún así, escurrían el bulto pasando el compromiso a sus aparceros o caseros, que en definitiva también eran pobres.

Les narro estas cosas antes de referirles en qué consistía la misión de esa cruz; que aunque a mí casa nunca llegó, mi padre, Benino el ferreiro, acogía a todos aquéllos necesitados que demandaban auxilio. Allí nunca les faltó comida y posada.

No escogí el tema por ser Navidad, sino que como viene siendo costumbre, recurro a los fondos del Museo para mis crónicas. Y tampoco como un servicio al mismo, sino para que quede escrito y explicito, si así se le puede llamar.

En las aldeas o pueblos, y no así en el centro de las villas, “os probes de polas portas” llegaban al atardecer a aquellas casas en las que sabían podían pernoctar en la calidez de la cuadra en el invierno, o en la mullida hierba seca del pajar en verano. En la villa buscaban estas posadas en los barrios marginales, porque en ellos encontraba la caridad; sentimiento solidario, que a veces no era otra cosa que sentirse satisfecho del propio destino, que el duro trabajo les aportaba a los que se veían en mejor situación que el indigente. Poco importan los motivos o la causa que los originaba; lo cierto es que el menesteroso obtenía sustento y el cobijo que en otra parte no encontraba. Sin embargo, esto daba lugar a que aquel continuo deambular de gentes sin techo, se convirtiera en una carga para algunas casas del vecindario. Para evitar este trastorno, estaba la cruz de los pobres, que era la señal de que en la casa en la que se hallaba depositada, habían dado posada al necesitado. De esta manera, el mendigo pasaba a la siguiente casa portando la cruz. Si se daba la circunstancia que había solicitado posada o refugio en cualquier casa, en la que no estuviera el lábaro, debía dirigirse en el vecindario a la poseedora de dicho distintivo, donde lo dirigían a la que estaba obligada por vez o por turno.

En el Museo contamos con algunas de éstas, que cumplieron con esa función. Lo grave es que ahora en los pueblos no queda a quien pasar la cruz, pues en el barrio en que nací hay más de diez viviendas vacías y aunque no conocí –como dije- esa forma de acoger al necesitado, nunca faltaron en el lugar los desamparados. Por cierto, esa gente que tendía la mano ahora casi no la ve en los pueblos, porque ocupan las calles de las ciudades, y para evitarla miramos a otra parte.

Haxa salú

jueves, 7 de enero de 2010

A Guillada

Crónica publicada en el año 2006 en La Nueva España.

Suelo seguir los documentales de la 2 en TVE, y fue precisamente de uno de éstos de donde surgió el razonamiento. Hace ya tiempo que me llamó la atención la docilidad de los elefantes indios para el trabajo. Sus cuidadores (Kornak) los entienden perfectamente y son conducidos con maestría. La vara (ankus) que usan para guiarlos está rematada por un gancho en forma de hoz. Un día descubrí su utilidad e incluso comenté ésta con el personal del Museo (Arturo y Antonio) pero nunca se me ocurrió dejar escrito este descubrimiento, que aunque parece pueril no lo es tanto.

La guillada, que tantas veces manejé, y que sirve para aguillar diseño, pero he aquí el estudio comparativo con el ankus usado en la India para los elefantes.

Si esa vara larga con aguijón, sirve para picar los bueyes o las vacas, que (aguijonear) el ganado, es posible que no despierte mucha atención por su sencillo forman la yunta, tanto si el que guía, está delante o detrás de la misma, es una herramienta adecuada (aunque cruenta).Pero veamos ahora que ocurre si nos situamos delante: Para que una de las reses ande más o se dirija a la derecha o a la izquierda, se aguijonea o pica en el cuello y casi siempre por el lado interior; puesto que el exterior no queda a mano, si tenemos en cuenta que el que chama o guía, debe seguir la marcha de la yunta. El animal, al sentirse agredido, tiende a separarse del pincho que le inflige el daño, por lo tato, muchas veces el resultado es negativo y la vaca o el buey tiende a irse en sentido contrario. Sin embargo el ankus indio curvado en forma de gancho, permite picar al paquidermo en lado opuesto al que se pretende siga la marcha. O dicho de forma más sencilla: para ir a la izquierda, picar a la derecha y viceversa.

Llama mi atención que un artilugio tan sencillo no diera lugar a razonamiento tan simple y haber llegado a un modo más ingenioso de lograr un fin con menos daño. Siento no haberlo pensado cuando en las labores agrícolas, no éramos excesivamente amables con nuestras vacas. Éstas además del esfuerzo, debían soportar el aguijón. Llega tarde el remedio, aunque también era agudo.

La guillada solía ser en la casa una prenda, que como tal, formaba parte de los enseres de la misma, por lo tanto era algo muy personal de cada campesino; no por su valor, sino que era tenida como esa especie de talismán que trae buena suerte. Su pérdida o rotura ocasionaba un trastorno, pues se creía que con su desaparición se iba la “manilla”, o la buena suerte con el ganado y éste podía enfermar o las vacas abortar. Estos trastornos también se asociaban a la cuerda con la que se llevaba la res al mercado. Sin embargo si el campesino se embriagaba en la feria y perdía la guillada no importaba tanto. Debía de ser algo así como cuando en un arrebato, rompía ésta de un golpe sobre el lomo de la vaca. Se todas maneras ese halo esotérico si lo tenía.

Las guilladas debían buscarse de varas sin imperfecciones. Es decir brotes derechos, sin nudos y presentarán uniformidad en toda su longitud. No importaba si para escogerlas había que desplazarse kilómetros, tanto es así que con el fin de contar con buenas guilladas de avellano, roble o castaño se dedicaba, en algunas casas, un día determinado, para que uno de sus miembros hiciera esta labor. Las varas de acevo y carballo no eran muy requeridas, puesto que si se golpeaba una res con esta madera, parece ser que perduraba la marca del golpe durante mucho tiempo.

Las ferias de septiembre y octubre, en las que se vendía sobretodo las varas para varexar (varear) castañas, no faltaban entre éstas quien traía un paquete de guilladas; portadas casi siempre por un hijo o cualquier familiar, y eran vendidas en feria.

Dicho esto puede parecer que los campesinos tenían la guillada como un báculo sagrado y de perfectas formas, pero no es así, pues entre éstos había muchos en que un retorcido palo, recuperado incluso del montón de la leña, era todo su ornamento como ganadero. Claro que a veces sus vacas no desmerecían la guillada.

Guillada................Gallego de Asturias
Guiá, guiada.........Llingua
Agijada.................Castellano

Es posible que el nombre sea aguillada y que de ahí derivase el nombre en castellano aguijada. O por error éste pasase al castellano al transformar el artículo “a” (la), en gallego: a guillada. Fuera así o no, siempre oí el nombre guillada; aunque algunos la llamasen aguillada. Lo mismo que se dice trae el carro, a pala o a forqueta. De todas maneras esta da lugar a esas digresiones sin importancia, que en la actualidad mantiene, desde la Academia de la Llingua, los filólogos que desean uniformar los bables de Asturias.

Haxa salú

miércoles, 6 de enero de 2010

Sísifo (Cuento de año viejo)

31 de diciembre de 2009

Aunque sólo quedan cinco horas del día, que el cómputo del calendario le asigna al número 364, no pude resistirme a la tentación de escribir la fecha de mañana; como si con este hecho diera por sentado que hoy es mañana. Y saben por qué les digo esto, porque en cierta ocasión que un heterogéneo grupo de estudiantes visitó el Museo de Grandas, había entre ellos una chica de Nueva Zelanda. No recuerdo el lugar en esa inmensa isla, pero sí lo que les dijo a sus compañeros, (me niego a usar los dos géneros) “en mi país hoy es mañana”. Al oírle tan acertada frase, le estreché la mano, como a todos los que voy conociendo de las antípodas, y departí con ella un rato sobre cómo se puede andar cabeza abajo. Me contestó que de la misma manera que aquí (pero ellos menos: la usan para pensar). Por cierto, estuve de acuerdo con ella, y como siempre, seguí pensando en lo relativo de todo.

De todas maneras “mañana” comenzaremos a subir la piedra hasta la cumbre, (quiero decir dentro de 28 horas y 45 minutos)… aquí lo dejé, porque mi mujer me cargo con otra piedra. (Ésta sí la subí).

Decía ayer… no, mejor: digo hoy, que al igual que aquel rey, comenzaremos con denodado esfuerzo la nueva tarea. Pero será mejor que comience por el personaje, por si algunos no lo conocen. Aunque la verdad, a mí esto de los dioses y reyes mitológicos no crean que me va mucho; soy escéptico cuando menos. Es que esto de la Iliada me suena a fantasías de Homero. Sí, sí, porque este Homero, se liaba un poco el hombre. ¿Recuerdan a ese dios al que llamaban Prometeo? ¡Pues igual! Mucho prometeo, prometeo ¡y al final qué! Prometer, prometer, pero como el actual presidente del gobierno, que prometió que no había crisis ¡y ahora dice que se equivocó! No, no, si el que se fie de estos va listo. Y a lo que iba. Este Sísifo, era al parecer, hijo del dios Eolo, y fue rey de Corinto. Pero claro, de tal palo tal astilla, y debía ¡el hombre! tener ciertos “aires” de grandeza. El caso es que algo muy grave debió de hacer, porque le castigaron a subir una enorme mole de piedra por la ladera de un monte hasta la cima. Pero hete aquí que cuando estaba llegando a la cúspide, un dios, vete tú a saber si no fue un ca… (termina en -on como le dijeron a Don Quijote cuando le quemaron los libros); el caso es que le echaron la piedra monte abajo a rodar y rodar hasta que llegó al valle. Y aquí tenemos al rey Sísifo, una y otra vez intentando subir la piedra a la cima, y el ca…, volviendo a tirársela ¿Se imaginan Ustedes si a los reyes, cada vez que hacen algo grave –además de ser reyes- los pusieran a reunir piedras? Este país tendría en Madrid una pirámide, que la de Keops a su lado sería una minucia. Sí, sí ya sé que Ustedes me dirán, o están pensando, en el Felipe II y el Escorial; ¡pero vete a saber cómo lo pasaron los que reunieron las piedras! Porque él seguro que no lo hizo… Y a propósito ¿me puede decir alguien quién fue el primer rey? ¿Quién fue el vanidoso que se autotituló como tal? Porque, no me digan que hace quince o veinte mil años había reyes. Por ejemplo, Atila sería un botarate y bruto pero no era rey. Creo que ni siquiera Alejandro Magno, con sus aires de grandeza lo era. Claro que es fácil imaginarse un grupo social (tribu) que no “regía” bien, que hubiera entre ellos un caudillo algo avispado que se dijera para sí: a estos idos los “rijo” yo en un santiamén, y de paso me forro. Si no fue así, ya me dirán Ustedes cómo se puede hacer uno con tantos bienes, hectáreas de tierra y repartirlo entre sus prosélitos. Así comenzó el nepotismo. ¡En fin, preguntas que surgen! Porque creer, creer, no creo que surgieran, los monarcas por generación espontánea. ¡Y ni a dios! que regentaba el paraíso, se le ocurrió autoproclamarse rey. Esta bien que campeen por sus fueros y se tomen el país como tablero de ajedrez para moverse en la dirección que les venga en gana, pero que no se crean dioses.

Con este asuntillo se me fue el fondo de la cuestión a casa de dios, o el Olimpo que es donde moran las deidades. Así que por lo tanto continuaré:

Año nuevo vida… ¿qué vida? ¡A subir la piedra con Sísifo! Sí, a empujar la lítica mole por la abrupta ladera de la cultura asturiana, en la que el génesis fue preciso, y ahora va como todo lo demás. Sólo falta que si llegamos a la cima, un ca… (termina también en -on o -ona) desbarate lo conseguido hasta ahora, como vienen haciendo desde tiempo inmemorial. De todas maneras, el día 1 es Año Nuevo; el 2, es sábado, día 3, no será cosa de ponerse a mover piedras ¡Coño! El 4 es lunes, está el Museo cerrado. Habrá que dejar todo para el martes. ¡No hombre! ¿El martes 5? ¡Qué va! Si ese día es el que traen los regalos los Reyes y creo que es bastante sacrificio pagar el dispendio. Bueno, pues el 6 nada que es festivo otra vez. Entonces el 7 que ya es laborable ¡Hombre! Total por dos días que hay hasta el sábado, que ya es de descanso. ¿Entonces, el domingo 10 nada, claro? Por supuesto. Así, como quien no quiere la cosa, acabamos de quitarle 10 días al 2010. Ya no le quedan nada más que 355. Empecemos el día 11.

No fue cuento de Año Viejo, es un viejo cuento sobre nuestras inquietudes. Ustedes no tienen culpa. De todas maneras al no extenderse no queda bien explicado. Y ahora tres preguntas:

-¿Los faraones eran dioses y reyes.
-¿Los cetros tienen aguijón? Fustigar sí fustigan.
-¿Los reyes “Magos”, si se dedicaban a la nigromancia y la hechicería ¡qué carajo pintan en el Portal adorando “a un neno” que iba a censurar esas artes? ¡Valientes adivinos!

Si tienen piedra vayan subiéndola, y si no, tírenla, que alguno no estaba demás lapidarlo.

Como siempre: un buen deseo de paz, y felicidad a todos por igual, y que tengan mucha, mucha salú, (incluso a los que gobiernan, porque si enferman, igual se demuestra que no hay anarquía ni crisis, y yo no deseo denostar a nadie).

martes, 5 de enero de 2010

Reflexiones del 2006

Al escritor italiano Claudio Magris, le sorprendió el “no” a la Constitución europea.

También habla de los nacionalismos como un mal.


En fin, razona unas cuantas formas de pensar y ser: “La laicidad no es lo opuesto a la religión, sino un modo de pensar”.

G. Grass, dijo también: Ha desaparecido la vergüenza; se puede mentir sin escrúpulos”. No sé si hablaría del actual Presidente y su Gobierno. (Esto es mío).

Günter Grass, dio en el clavo con estas frases: “No contamos con una prensa libre porque existen demasiadas limitaciones” “Uno tiene la melancólica sensación de que la verdad sólo aflora cuando ya no sirve para nada”

Cito a Claudio y Günter, porque ambos dieron una conferencia en Oviedo, con motivo de los 25 años de los Premios Príncipe de Asturias.

Tres días después: Estoy en el Museo leyendo. Las ventanas de la galería dan a poniente y el sol a medida que va del orto al ocaso, deja iluminadas aquellas palabras, que minutos antes estaban en la penumbra. Que fácil resulta comprobar nuestro paso hacia las tinieblas y que sea el sol, el que nos dé la luz sobre la realidad.

Haxa salú