En muchas ocasiones los visitantes del Museo de Grandas son una fuente de información esencial, para dar con fondos impensables, que de otra manera no se conseguirían. Así fue que en una de esas privilegiadas e indiscretas escuchas de la conversación de un grupo, oí unos comentarios de cierto señor, que llamaron mi atención; era éste José, de la casa llamada del Torneiro, de Busmente, concejo de Villayón. Al iniciar los comentarios con el citado, sobre ese lugar, desconocido para mí por aquel entonces, descubrí que era hijo de María, la señora que cuando yo era niño, conocí comprando mantequilla por los pueblos de la comarca, y a la que mi padre, herraba las mulas, en aquel ya lejano pasado. Recuerdo que en la época canicular, María colocaba las bolsas o sacas, en las que sus bestias portaban la manteiga, en la fuente para que no se fundiera; mientras herraban y volvía a emprender la marcha al atardecer, pues su peregrinar de pueblo en pueblo era nocturno. Vendía también mazaderas hechas al torno, para la elaboración de ese lácteo producto, y solía traer además alguna jarra llamada canada para el vino. Así, entre comentario y comentario, José me hizo saber que en su casa se conservaba el torno, herramientas y algunas piezas que el había guardado de aquel oficio que su padre practicaba como medio de ayuda a su economía. Este hombre tenía por aquel entonces 83 años; así que hoy, superaría los cien, y aún sería más sabio. Gracias a él y a su familia adquirí esos preciados fondos en el Busmente legendario de mis recuerdos.
En otro valle de ese concejo se halla el pueblo de Lendequintá o dirían los castellanizantes: Llendequintana. Allí nació otra María, que a los 6 años la trasplantaron sus padres a Oviedo. Y cito el desarraigo que por desgracia para un concejo, significa el que sus vecinos se vieran obligados a la diáspora, en busca de mejores medios de vida. Hoy María regenta el restaurante “el Fartuquín”, en Oviedo, y allí degusté cierto y bien preparado condumio, acompañado de unos amigos y mi mujer, que participaron en la manduca.
Haxa salú
En otro valle de ese concejo se halla el pueblo de Lendequintá o dirían los castellanizantes: Llendequintana. Allí nació otra María, que a los 6 años la trasplantaron sus padres a Oviedo. Y cito el desarraigo que por desgracia para un concejo, significa el que sus vecinos se vieran obligados a la diáspora, en busca de mejores medios de vida. Hoy María regenta el restaurante “el Fartuquín”, en Oviedo, y allí degusté cierto y bien preparado condumio, acompañado de unos amigos y mi mujer, que participaron en la manduca.
Haxa salú
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