El tilo que bordea
la casa en qué nací
evoca los recuerdos
más gratos para mí
la casa en qué nací
evoca los recuerdos
más gratos para mí
De esta canción sólo recuerdo esta estrofa. La cantaba desde muy joven y me producía gozo. Aún hoy sigue siendo evocadora de recuerdos, cuando paseo bajo esos tilos que circundan la carretera un largo trecho. Allí donde creció ese primer tilo, en el que de chico, en algunas ocasiones el ferreiro, mi padre, me decía cogiera una rama para ahuyentar las moscas, algún díscolo caballo, que se negaba a permanecer sosegado por culpa de los molestos insectos, en el verano. Allí está hoy más crecido a pesar de aquellas pequeñas agresiones a las que era sometido su tronco. Allí está la casa que hizo mi abuelo Ceferino, en la que criaron a 11 hijos, él y mi abuela: además esta abnegada mujer padeció 6 malos partos, que harían un total de 17. De los que vivieron, 9 emigraron a esa vasta Argentina, y allí varios fenecieron sin volver nunca a esa casa en la que habían nacido. Después, Benigno, el ferreiro, se convirtió en el patriarca de la casa y junto con mi madre criaron 5 hijos. La primera murió, así que fueron 6. Allí crecimos y después nos fuimos emancipando. No eran tiempos fáciles. Una hermana mía emigró a Uruguay y un hermano también se fue a la extensa Argentina, a hacer las “américas”. Así que en ese allí, que era mi casa, vivíamos 5 y algunos aprendices de ferreiro que esporádicamente compartían el escaso espacio de la morada, donde antes, los antecesores fueran protegiendo aquella numerosa prole.
Todo era escaso; hasta las mangas de mi chaqueta. Sin embargo, el desgaste en la culera de mis pantalones, mostraba pródigamente los remiendos, o anteriormente generosos desgarrones, que dejaban ver la blanca tela de mis calzoncillos; quedando así el pudendo trasero expuesto a las indiscretas miradas de otros. Fueron tiempos malos de posguerra, pero ahí estábamos. Hoy, allí, donde transcurrió mi niñez, adolescencia y juventud hay una casa vacía y un tilo, que observa indiferente la nada; 15 viviendas vacías son la muestra de un barrio. Más de 100 en el pueblo, y 93 negocios, grandes y pequeños, que cesaron en su actividad en 5 décadas.
Ayer asistí a la magistral conferencia que se impartió en el RIDEA. Dn. Jesús Arango Fernández mostró estadísticamente los cambios en la agricultura y demostró que las cosas mejoraron económicamente. Sí, Jesús, querido amigo ¡claro que tus datos son ciertos! Pero ¿te das cuenta que son fríos y no vienen a paliar el despoblamiento del campo? ¿Que Asturias, que la Asturias occidental no existirá dentro de 10 años? No existirá nadie, porque se acabarán sus habitantes, por una cuestión de envejecimiento, sin que nadie tomara una sola medida para evitarlo. No para evitar un hecho incuestionable como es la muerte, pero sí para que hubiera un relevo generacional. Sí Jesús, caro amigo, si había, y aún hay solución, si se quisiera hacer, pero nuestros gobernantes están demasiado endiosados para hacerlo. Sí, Jesús, apreciado amigo, la hay, y tú lo sabes. Además, permíteme que te diga que prefiero un populoso barrio de desarrapados, donde los pobres éramos felices; los niños jugaban, se cantaba y se reía; que una ciudad de autómatas o una aldea vacía. Es posible que mi aldeanismo esté marcado por haberme criado en un barrio casi marginal, llamado el Ferreiro; al lado de otro en el que la miseria parecía cebarse con sus moradores. O que mi edad, ya en la senectud, haga que me aferre a recuerdos imposibles; como aquel anciano de Salime, que creía que el río Navia jamás anegaría su casa. La que fue mi morada está vacía, pero Jesús, lo que está vacío también es mi pecho; mi corazón constreñido, angustiado, por la dejadez a la que sometieron esta, siempre, ultrajada tierra del Occidente asturiano. Espacio, espacio es lo que queda para el vacío absoluto; la maleza en la que los zarzales lo invaden todo y el tilo que bordea la casa en que nací.
Haxa salu
Haxa salú
Todo era escaso; hasta las mangas de mi chaqueta. Sin embargo, el desgaste en la culera de mis pantalones, mostraba pródigamente los remiendos, o anteriormente generosos desgarrones, que dejaban ver la blanca tela de mis calzoncillos; quedando así el pudendo trasero expuesto a las indiscretas miradas de otros. Fueron tiempos malos de posguerra, pero ahí estábamos. Hoy, allí, donde transcurrió mi niñez, adolescencia y juventud hay una casa vacía y un tilo, que observa indiferente la nada; 15 viviendas vacías son la muestra de un barrio. Más de 100 en el pueblo, y 93 negocios, grandes y pequeños, que cesaron en su actividad en 5 décadas.
Ayer asistí a la magistral conferencia que se impartió en el RIDEA. Dn. Jesús Arango Fernández mostró estadísticamente los cambios en la agricultura y demostró que las cosas mejoraron económicamente. Sí, Jesús, querido amigo ¡claro que tus datos son ciertos! Pero ¿te das cuenta que son fríos y no vienen a paliar el despoblamiento del campo? ¿Que Asturias, que la Asturias occidental no existirá dentro de 10 años? No existirá nadie, porque se acabarán sus habitantes, por una cuestión de envejecimiento, sin que nadie tomara una sola medida para evitarlo. No para evitar un hecho incuestionable como es la muerte, pero sí para que hubiera un relevo generacional. Sí Jesús, caro amigo, si había, y aún hay solución, si se quisiera hacer, pero nuestros gobernantes están demasiado endiosados para hacerlo. Sí, Jesús, apreciado amigo, la hay, y tú lo sabes. Además, permíteme que te diga que prefiero un populoso barrio de desarrapados, donde los pobres éramos felices; los niños jugaban, se cantaba y se reía; que una ciudad de autómatas o una aldea vacía. Es posible que mi aldeanismo esté marcado por haberme criado en un barrio casi marginal, llamado el Ferreiro; al lado de otro en el que la miseria parecía cebarse con sus moradores. O que mi edad, ya en la senectud, haga que me aferre a recuerdos imposibles; como aquel anciano de Salime, que creía que el río Navia jamás anegaría su casa. La que fue mi morada está vacía, pero Jesús, lo que está vacío también es mi pecho; mi corazón constreñido, angustiado, por la dejadez a la que sometieron esta, siempre, ultrajada tierra del Occidente asturiano. Espacio, espacio es lo que queda para el vacío absoluto; la maleza en la que los zarzales lo invaden todo y el tilo que bordea la casa en que nací.
Haxa salu
INCORRECCIÓN
En ese mismo día, en que llegan a Oviedo, los Príncipes, para la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, hay un desmesurado despliegue de fuerzas policiales de todo tipo; Oigan Vs. Ms. lo que cierto superior, de uno de esos cuerpos decía en la Plaza del Sol, y fue oído por mi mujer: “Sólo la plebe se mueve por estos lugares”. Fue inadecuado el calificativo, viniendo de un representante del pueblo, populacho, chusma, masa, vulgo etc. del que seguramente proviene, a juzgar por su ordinariez, vulgaridad e incondicional sumisión a la superioridad; al servilismo y pleitesía que rinde al poder establecido en cada momento. ¡Qué no caigamos bajo la férula de su porra!Haxa salú
Todavia hay solución para que a la vuelta de diez años el occidente no desaparezca por completo???me gusta escucharlo, pues soy del occidente, pero lamentablemente no encuentro trabajo para poder quedarme en estas tierras y contribuir a que esto no caiga definitivamente en el olvido. La administración lleva mucho tiempo mirando para otro lado, y este problema se sabe desde hace muchisimo tiempo, no deberiamos los ciudadanos que amamos esta tierra manisfestarnos ante la misma para que tomen medidas urgentes???
ResponderEliminarEs tal la decrepitud de los pueblos que a mí, que me falta un suspiro para los 40, me pudre el pecho
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