En la zona rural había nombres poco apropiados para las distintas enfermedades o afecciones que perjudicaban el cuerpo. Por ejemplo, si “corrían as narices” no es que éstas participaran en una carrera pedestre, sino que lo que “corría” por las fosas nasales eran abundante secreción pituitaria; o sea mocos, y por consiguiente señal de catarro o constipado. Al mismo tiempo podía presentarse con “apretación nel peto” y “correrlle as napias como fontes”: catarro bronquial acompañado del líquido citado. Pero si salía “ua fonte nun pé ou nua perna”, esto era una úlcera varicosa, o arterial. También puede ser mixta, y al tener ambas cosas, se convierte en insoportable, no sólo por lo que puede doler, sino también por el largo tratamiento podológico; como el caso que me ocupa. Que ocupa mi pie derecho desde años ha.
Como se puede ver, por la fuente que les manifiesto, soy poseedor de una “fuente” mixta en la citada extremidad; que me obliga a desplazarme al consultorio médico, casi todos los días, para que las ATS hagan una aséptica y cruenta cura. O séase: hurgar en la herida para eliminar todo tejido indeseado, para que el epitelio tienda a cerrar el acuoso cráter. Lógicamente, espero mi turno en la hemeroteca del Centro. Llamo así a la sala de espera, porque en ella hay revistas del año que se desee, como en toda sala que se precie de tener números atrasados. En uno de noviembre de 2008, descubrí un titular interesantísimo: “18 Formas de tratamiento para los Médicos”. Cuando creí que iba a servirme de solaz regodeo encontrarme a los galenos sufriendo como vulgares humanos, por esa cuestión masoquista de ver sufrir aquéllos que parecen desprovistos de total sensibilidad, resulta que no era tal la cosa. Se trataba del “tratamiento” con el que son considerados, en las 18 Comunidades Autónomas, los seguidores de la doctrina de Hipócrates. ¡Ay de mí! Dije: ni aquí sufren. Solo padecen el desbarajuste de una Sanidad que da palos de ciego, y nadie cura su invidencia, haciendo de la salud pública un “único” tratamiento para todo el País ¡Yo cojeo de una pata y la Sanidad de 18! ¡Menos mal que no es un ciempiés! ¡Aunque poco le faltará, si en el resto de las Comunidades, las “áreas”, se parecen a las de Asturias! Por lo tanto: los efectos secundarios del sistema de Sanidad los sufrirá el “paciente” paciente.
¡Menos mal que la enseñanza funciona bien! No padece de un pie sino de los dos; por eso no cojea: ¡no anda!
Haxa salú
Como se puede ver, por la fuente que les manifiesto, soy poseedor de una “fuente” mixta en la citada extremidad; que me obliga a desplazarme al consultorio médico, casi todos los días, para que las ATS hagan una aséptica y cruenta cura. O séase: hurgar en la herida para eliminar todo tejido indeseado, para que el epitelio tienda a cerrar el acuoso cráter. Lógicamente, espero mi turno en la hemeroteca del Centro. Llamo así a la sala de espera, porque en ella hay revistas del año que se desee, como en toda sala que se precie de tener números atrasados. En uno de noviembre de 2008, descubrí un titular interesantísimo: “18 Formas de tratamiento para los Médicos”. Cuando creí que iba a servirme de solaz regodeo encontrarme a los galenos sufriendo como vulgares humanos, por esa cuestión masoquista de ver sufrir aquéllos que parecen desprovistos de total sensibilidad, resulta que no era tal la cosa. Se trataba del “tratamiento” con el que son considerados, en las 18 Comunidades Autónomas, los seguidores de la doctrina de Hipócrates. ¡Ay de mí! Dije: ni aquí sufren. Solo padecen el desbarajuste de una Sanidad que da palos de ciego, y nadie cura su invidencia, haciendo de la salud pública un “único” tratamiento para todo el País ¡Yo cojeo de una pata y la Sanidad de 18! ¡Menos mal que no es un ciempiés! ¡Aunque poco le faltará, si en el resto de las Comunidades, las “áreas”, se parecen a las de Asturias! Por lo tanto: los efectos secundarios del sistema de Sanidad los sufrirá el “paciente” paciente.
¡Menos mal que la enseñanza funciona bien! No padece de un pie sino de los dos; por eso no cojea: ¡no anda!
Haxa salú
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